"Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra".

(Salomón Jedidías ben David, Qohelet 11:1, 2).

jueves, 30 de junio de 2011

DISCERNIENDO EL CUERPO DE CRISTO PARA LA MESA DEL SEÑOR


DISCERNIENDO EL
CUERPO DE CRISTO
PARA LA
MESA DEL SEÑOR


 
GINO IAFRANCESCO V.



Discerniendo el Cuerpo de Cristo para la Mesa del Señor, es la enseñanza dada en la mañana del domingo 10 de agosto de 1997, en la ciudad de Magangué, departamento de Bolívar, Colombia, América del Sur, en un retiro de la obra. Evento realizado en el Club de los Loteros de Magangué durante los días 7 al 10 de agosto de 1997. Transcripción de Patricia Mosquera. Sistemas: Arcadio Sierra Díaz. Impresión: Antonio Cárdenas.
Discerniendo el Cuerpo de Cristo para la Mesa del Señor, es la séptima y última conferencia de la ocasión, que se colecciona con las demás en el libro Magangué '97. La presente es la segunda edición independiente de este capítulo. Ciudad Bolívar, octubre 6 de 1999.
La presente edición es hecha por la Iglesia de Chiquinquirá. Para esta edición, el autor agradece la colaboración a Jesús Sierra, Arcadio Sierra Díaz y Antonio Cárdenas.
Los derechos son del autor. Se permite la reproducción total y la distribución gratuita del presente documento, con la única condición de citar enteramente la fuente, a fin de corroborar y preservar la integridad del texto. Sin tal citación el autor no puede hacerse responsable por el nuevo texto.
Publicado por función editorial del servicio didáctico de la obra, de la comunión apostólica de la Iglesia Cristiana, campo de Colombia, región Andina, para edificación del Cuerpo de Cristo.

Advertencia: En estas publicaciones, las expresiones: comunión apostólica de la Iglesia Cristiana, servicio didáctico de la obra, iglesia de la localidad, cristianos, etc., NO son nombres propios ni la razón social de ninguna organización jurídica religiosa, sino las palabras comunes referidas a la cosa dicha.




DISCERNIENDO EL CUERPO DE CRISTO
PARA LA MESA DEL SEÑOR

Oración introductoria
Buenos días, hermanos. Le agradecemos al Señor por Su preciosa bondad por la cual estamos reunidos alrede­dor de Su nombre, todos juntos a Sus pies, formando Su Cuerpo, Su querida y preciosa esposa y casa. Vamos a orar juntos un momento; les ruego que me acompañen en lo íntimo de sus corazones.

Amado Padre, en el Nombre de Tu Hijo, en esta preciosa mañana, que es preciosa por causa de Ti, nos hemos reunido, Señor; Tú nos has convocado; quizá ninguno de nosotros se había imaginado esto, pero Tú tienes todas las cosas escritas, preparadas de antemano como dice Tu Palabra; y aquí estamos reunidos ahora, querido Padre, por causa de Tu Hjo Jesucristo; Tú le enviaste al mundo, a la región de sombra de muerte, para ser luz, para despertarnos, para salvamos, para reconciliar­nos contigo; y ahora, Padre, todos juntos en esta mañana y como una parte de Tu único Cuerpo en toda la tienta, venirnos a Tu presencia en el santo Nombre de Jesucristo. Tú le enviaste, Señor, a reconciliar al hombre, y ahora venimos, Señor, reconciliados a Ti por Tu amor, al que nos ha reconciliado, Señor. Es tu amor el que nos ha perdonado por la preciosa sangre de Jesucristo. Es Tu amor el que nos ha reunido a Ti; es tu amor el que nos ha abrazado a Ti. Ahora, Señor, en Ti somos uno, y quere­mos eternamente ser uno contigo y entre nosotros con el socorro de Tu Espíritu, la obra de Tu Hijo, Tu poder, Señor. Padre, te agradecemos que nos hayas tomado del mundo y nos hayas atraído hacia Ti, que nos hayas llamado de las tinieblas a Tu luz admirable. Padre, esta­mos delante de Ti con gran alegría, con gran confianza, con inmensa gratitud. En el Nombre del Señor Jesucristo, te suplicamos, Señor, que Tú seas abriéndonos Tu Palabra; que Tu Espíritu, Señor, sea haciéndonos com­prender el deseo de Tu corazón, lo que significa que nos hayas hecho para Ti un solo Cuerpo de muchos miembros en Cristo Jesús. Señor, Tú conoces nuestros problemas humanos, Tú conoces las cuestiones, las dificultades de la tierra, de los hombres, de tus hijos; todas estas cosas las entregamos a tus pies, Señor. Entregamos todos nuestros sentimientos, todos nuestros problemas, porque Tú eres nuestro Salvador. Nosotros, Señor, no podemos salvarnos ni salvar a nadie; pero Tú nos llamaste para que nos dejáramos salvar por Ti. Padre, aquí venimos con todas nuestras preguntas, con todos nuestros cuestiona­mientos; acudimos a Ti por causa de que Tú nos has llamado de las tinieblas a la luz. Estábamos muertos en delitos y pecados, pero Tú nos diste vida en Tu misericor­dia, y ahora tenemos vida, ahora tenemos fe en Ti; por eso estamos aquí, Señor; hemos venido cada uno de su lugar, porque Tú nos has atraído hacia Ti. Gracias, Señor, por estar entre nosotros; glorifica Tu Nombre, Padre, glorifica Tu Nombre en la tierra; estrecha hacia Tu corazón a Tu amada Iglesia, a todos nuestros hermanos en la tierra, oh Padre querido, en el Nombre de Jesús. Haznos comprender Tu Palabra; impártenos más y más la vida de Tu Hijo amado, en nombre del Señor Jesús. Amén.

La Iglesia universal y la iglesia local
Amados hermanos, vamos a abrir la Palabra del Señor en la primera epístola de Pablo a los Corintios, en el capítulo 11. Es aquel pasaje clasico de la Cena del Señor; y con la ayuda de Su Espíritu, confiando en Él, quisiera que todos nosotros vayamos siguiendo este pasaje que muchas veces hemos leído; leámoslo otra vez esta mañana desde el verso 17. Voy a ir leyendo hasta el verso 34; vamos a ir leyendo juntos y con la ayuda del Señor, comentando. Mi comentario es apenas un pequeño servicio, pero el comentario del Espíritu Santo, el que el Espíritu Santo añada a ustedes mismos en sus corazones, ese es el que los enriquece. Yo solamente hago aquí como el papel de un pequeño símbolo, pero el Espíritu Santo es el que está haciendo realmente Su obra, mientras todos juntos leemos. Amén.


"17Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo". Si, en otras cosas los corintios habían sido dignos de alabanza. Pablo reconocía por el Espíritu las cosas buenas que había entre ellos, pero algunas cosas no eran motivo de alaban­za para Pablo, y dice: porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor". ¡Cómo es de perverso el enemi­go! Ya que nos estarnos congregando en el nombre del Señor, entonces va a querer aprovecharse hasta del congregamos para que no hagamos la congregación para lo mejor, sino para lo peor; y dice Pablo: "18Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia..." Cuando os reunís como iglesia. Son interesantes las expresiones del apóstol; el apóstol no habla de ir a la iglesia, ¡no! Es la iglesia la que se reúne; cuando os reunís coma iglesia. La Iglesia es la suma de todos los santos en Cristo Jesús; en lo universal son todos los escogidos por Dios, desde el primero hasta el último; todos los que el Señor compró con Su sangre, todos los que el Señor regeneró con Su Espíritu; los que el Padre recibió como hijos son nuestros hermanos y todos juntos somos uno, de todas las épocas, de todos los países, de todos los lugares, es la Iglesia del Señor en el sentido universal. Ese sentido que usó el Señor Jesús allí en Mateo 16 cuando dijo: "18Yo edificaré mi iglesia''. Y el Señor habló de Su (en singular) Iglesia, en el sentido universal. Es el mismo sentido universal que Pablo utiliza, por el ejemplo, en Efesios 3:21 cuando dijo: “A él sea gloria en la iglesia por los siglos de los siglos". Se refiere a la Iglesia en el sentido universal, de la cual formamos parte todos los hijos de Dios. Efesios 1:22,23, donde habla de "la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo", habla del Cuerpo que es la Iglesia; y en Colosenses habla de la Iglesia la cual es Su Cuerpo. La Iglesia se define como el Cuerpo, y el Cuerpo se define como la Iglesia; el Cuerpo de Cristo es la suma de todos los miembros en los cuales el Espíritu de Cristo se ha incorpo­rado; ese es el Cuerpo de Cristo, la suma de todas aque­llas personas habitadas por el Espíritu de Cristo. La Palabra del Señor dice en Romanos 8:9: "El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". Esa persona todavía no está habitada por el Espíritu de Cristo, pero puede llegar a estarlo si recibe al Señor; pero todos los que ya recibieron al Señor, que fueron limpiados por Su sangre, comprados y regenerados, son habitados por el Espíritu de Cristo y somos el Cuerpo de Cristo, somos la Iglesia en el sentido universal.
Según la Palabra del Señor, la Iglesia, como es única, no tiene apellido porque es una sola, la Iglesia, en el sentido universal. Claro está que también el Señor Jesús, dos capítulos más adelante de Mateo 16, habló también de la iglesia en el sentido local, o en el sentido de lugar o población. Cuando en Mateo 16 dijo: "Yo edificaré mi iglesia", se refería a la Iglesia universal; pero cuando en Mateo 18:15‑17 dijo: ''15Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos... 16si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano". En este contexto de Mateo 18, no en Mateo 16 (en el 16 la iglesia es la universal), es la iglesia allí en el lugar donde los hermanos conviven; por ejemplo, en Jerusalén, en Antioquía, o en Corinto, o en Tesalónica, o en Filipos, o en Colosas, o en Éfeso, o en Esmirna, o en Pérgamo, o en Tiatira, o en Sardis, o en Filadelfia, o en Laodicea, o en Magangué, o en Sincelejo. Amén.
Entonces el Señor Jesús habló también de la iglesia en su aspecto local, o municipal, o aldeano, o poblacional; porque si el Señor Jesús en Mateo 18 se estuviera refirien­do a la Iglesia en sentido universal, para poder arreglar nuestros problema con nuestros hermanos, tendríamos que ir al siglo I a hablar a los apóstoles, tendríamos que irnos al cielo, al paraíso, tendríamos que ir a los reforma­dores, tendríamos que dar la vuelta por todo el mundo visitando los cinco continentes, diciendo a nuestros hermanos, que mi hermano Pedrito me debe una plata; ya se lo dije en privado, no me pagó; ahora le dije delante de dos hermanos, y no me la pagó; ahora estoy aquí hacien­do unos cuantos viajes alrededor de la tierra y alrededor del tiempo para que ustedes reprendan a mi hermano Pedrito, para que me pague la plata que me debe.

Creo que es más que evidente que en Mateo 16 habla de la iglesia universal, pero en Mateo 18 habla de la iglesia en su aspecto de lugar o localidad específica. Por eso mismo el Señor Jesús, que habló de la Iglesia en el sentido universal, habló también de la iglesia en plural. En Apocalipsis 2:23 dice: "...y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón". También en Apocalipsis 22:16 dice. "Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. O sea que el Señor Jesús ve a su Iglesia apareciendo como muchas iglesias, una en cada pueblo, o en cada aldea, o en cada localidad, como un candelero. Por eso el mismo Señor Jesús que habló de Su Iglesia, habló de las siete iglesias que están en Asia. Y cuando el Señor le dijo a san Juan que escribiera una carta y la enviara a las siete iglesias que están en Asia, el Señor no le dio el nombre de ninguna denominación a Juan, porque eso de las denomi­naciones es evento protestante, del siglo XVI en adelante, no es apostólico, no es bíblico. Lo que es bíblico e a la Iglesia universal y la iglesia en cada pueblo. Entonces, ¿qué fue lo que le dijo el Señor a Juan respecto de la carta? “Envíalo a las siete iglesias que están Asia”. ¿Cuál iglesia, Señor? ¿La Bautista? ¿La Metodista? ¿La Cruzada? ¿La pentecostal? ¡No, no! El Señor no le dio nombres de personerías jurídicas, el Señor le dio nombres de ciuda­des. El Señor le dijo: “A Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea”. En aquel tiempo Esmirna no era una denominación, era una ciudad; Filadelfia no era una denominación, era una ciudad; por eso en la Biblia se habla de la iglesia en Jerusalén, la iglesia en Antioquía, la iglesia en Corinto, la iglesia en Cencréa. O sea que es la ciudad la sede o la jurisdicción en la cual el Señor estable­ce el candelero. El candelero es la iglesia de la ciudad o del pueblo.

La unidad en la iglesia local

Entonces, en lo universal, todos los hijos de Dios comprados por la sangre de Cristo, redimidos, regenera­dos por Su Espíritu, de todas las épocas, de todos los lugares, sin diferencia de raza, de clase social, de cultura, de nación, ni de época, ni uno más ni uno menos, todos conformamos la Iglesia en el sentido universal; la única que tiene el Señor en toda la tierra y a lo largo de todas las épocas. Pero, todos aquellos miembros de esta única Iglesia del Señor Jesús que están en Jerusalén son la iglesia en Jerusalén. Todos los miembros de Cristo, todos los miembros de la Iglesia universal que están en Antio­quía son la iglesia en Antioquía; todos los miembros del Cuerpo de Cristo que están en Corinto son la iglesia en Corinto. Ah, claro, a veces la iglesia en Corinto no entiende bien esto de lo que es el Cuerpo, no discierne el Cuerpo, y por eso a veces al participar de la Santa Cena, lo hacen indignamente por no discernir el Cuerpo. Entonces por eso Pablo les tuvo que escribir a los corintios para que discer­nieran el Cuerpo, porque ellos no se habían dado cuenta de que eran el mismo Cuerpo y la misma iglesia en Corinto; sino que ellos pensaban que ellos eran del predicador que los evangelizó, o del hermano que les enseñaba; entonces, unos decían yo soy de Pablo; no, no, yo soy de Apolos, decían otros; otros decían yo soy de Cefas, y había algunos a quienes no les gustaba esos nombres y decían, yo soy de Cristo. Claro, no hay nada de malo en ser de Cristo; lo que está malo es pensar que sólo nosotros somos los de Cristo; que los que dicen ser de Pablo no son de Cristo. ¡No! Lo que importa no es lo que ellos dicen. A mí no me importa si mi hermano dice que es de Pablo; a mí lo que me importa es que es de Cristo, aunque diga que es de Pablo. Si fue redimido, aunque él diga que es Bautista, para mí, es de Cristo; y si dice que es Metodista, si es redimido, para mí es igualmente de Cristo, como el Bautista, como el de la Cruzada, o el Pentecostal; si nació de nuevo, si fue comprado mediante la sangre de Cristo, es miembro del Cuerpo único; y si vive en Jerusa­lén, pues es de la iglesia en Jerusalén.

Si tú vives en Éfeso y eres del Cuerpo de Cristo, eres de la iglesia que está en Éfeso. Bueno, ahora vivimos en Magangué, entonces cuando el Señor mira a todos los miembros de Su Cuerpo, todos Sus hijos legítimos y Sus hijas, Él dice: Mi iglesia en Magangué. Así es que el Señor mira desde el cielo; Él dice: "Envíalo a las siete iglesias que están en Asia". Juan, envíale esta carta a la iglesia que está en Éfeso; escribe al ángel de la iglesia en Tiatira. Claro que en Tiatira algunos andaban con una cosa, otros andaban con otra, pero el Señor mira desde arriba y dice: "Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira". Sí, yo sé que hay algunos por ahí que andan fornicando con Jezabel; por ahí se levantó una profetiza carismática, pero también fornicaria. ¡Ah, qué problema había! Pero no había la iglesia de Jezabel, no, no; era la iglesia en Tiatira; y la iglesia en Tiatira tenía que hacer algo con esa Jezabel, y el Señor le dice: ''Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel..." (Ap. 2:20), pero el Señor no permitió que Jezabel tuviera su congregación, no; la congregación es de Cristo y es todos los hijos de Dios que están en Tiatira. Ahora, hay otros por ahí que andan dizque con las profundidades de Satanás. ¡Hasta eso, Dios mío! Pero el Señor dice que hay otros que andan en vestiduras blancas; a éstos ''no os impondré otra canga". Pero a los ojos del Señor sólo había la iglesia que estaba en Tiatira, una sola iglesia, porque Él no tiene sino una Iglesia universal; una iglesia. Entonces todos los miembros del Cuerpo de Cristo que están en Tiatira son la iglesia en Tiatira. O, si usted estuviera en Jerusalén, ¿de qué iglesia sería? ¿De la Cruzada Bartolina? ¿O de la congregación cristiana petrina? ¿O usted sería andresista? ¿O jacobino? ¿O simoniaco? ¡No! Usted simplemente es cristiano, de la iglesia del Señor que está en Jerusalén, todos juntos y unánimes.

El ejemplo de Antioquía
Los apóstoles no se dividían la iglesia, y no ponían a pelear en la iglesia a unos contra otros, ¡no! Los apóstoles tenían el Espíritu Santo; el Espíritu Santo no les permitía hacer esos desastres; y si no se los permitió a ellos, ¿tú crees que te lo va a permitir a ti? ¡No te lo va a permitir a ti! El Espíritu Santo te va a decir cómo lo entendía muy bien Pedro. Pedro se levantó en el día de Pentecostés y dijo: Hermanos, necesitamos reemplazar a Judas, que fue a parar a su propio lugar "y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio".[1] Fíjese en la conciencia apostólica; aun Judas había sido contado con ellos; pero nosotros nunca podemos contar con el otro; mas Pedro contaba con todos los otros. Pedro contaba con Jacobo, contaba con Bartolomé, contaba con Felipe, contaba con Andrés; y Andrés hacía lo mismo, igual. Era la iglesia en Jerusalén, juntos y unánimes.

Y lo mismo en Antioquía: “Había entonces en le iglesia que estaba en Antioquía..." (la, singular) (Hechos 13:1). Yo estoy repitiendo de memoria, pero sé que algunos quisieran comprobarlo, como los de Beréa. Hechos 13:1: “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo". Fíjense, cinco profetas y maestros en una sola iglesia, la iglesia en Antioquía. ¿Para quién trabajaba Bernabé? ¿Para una sucursal de Jerusalén o de Chipre? ¡Ah, él era de Chipre! ¿Usted cree que cuando Bernabé llegó a Antioquía, él fue a fundar algo distinto a la iglesia de Antioquía, una sucursal chipriota en Antioquía? Y cuando venía Saulo, ¿él fundaba otra sucur­sal? ¿La sucursal de la misión tarsina? ¿La de Tarso? Entonces, cuando tú llegabas a Antioquía, tú no sabías cuál era la iglesia verdadera, porque allí estaba la iglesia chipriota, con personería jurídica tal, y allí en la otra esquina estaba la iglesia de Cirene, la de Lucio, y la otra. Ah, están los de clase alta, los de Manaén, el que se crió con Herodes; es un hombre de clase alta. Nosotros que tenemos un poquito más de plata vamos a reunirnos con Manaén; así hacemos nosotros, pero no los apóstoles.

Cuando los apóstoles llegaban a Antioquía, fundaban la iglesia de Antioquía, y si había iglesia, edificaban a la iglesia que había en Antioquía, pero no edificaban sucursa­les, ¡no! Edificaban la iglesia en Antioquía. Bernabé servía al Señor en la iglesia en Antioquía; Lucio, que era otro profeta y maestro, servia al mismo Señor en la misma iglesia de Antioquía; y Manaén, que se había criado junto con Herodes el tetrarca, servía con Simón Niger en la misma iglesia en Antioquía, y con Saulo. Todos los ministros son miembros del mismo Cuerpo y constituidos para edificar el Cuerpo único de Cristo. Todos los que verdaderamente el Señor constituyó, los constituyó para perfeccionar a los santos. Dice en Efesios 4:12‑15: 12a fin de perfeccionar a los santo para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13hasta que todos lleguemos a la unidad de fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14para que ya no (ya no, antes sí, ya no; hasta aquí no más) seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15sino que (todos juntos) siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo". Pero, si Bernabé tiene unos, él les da papa, y Lucio les da yuca; puede ser que Pablo les dé carne; pero aquellos, sólo carne y carne; otros, papa, papa, yuca, yuca, no. Todos tienen que comer papa, yuca, carne, zanahoria, habichuela, fríjoles, leche, naranjas, de todo. Un miembro del Cuerpo hace las cosas para el Cuerpo, el otra también las hace para el Cuerpo, el otro también; todos trabajan para el mismo Cuerpo, contándo­se uno con el otro Era cantado con nosotros, tenía parte en este ministerio. El ministerio es colectivo; es el ministe­rio del Nuevo Pacto, es el ministerio del Espíritu, repartido entre los ministros. Los ministros son muchos, pero el ministerio es el del Nuevo Pacto; es el ministerio de la reconciliación, el ministerio del Cuerpo de Cristo.
Entonces, cuando los santos que estaban en Antioquía se reunían, se reunían como iglesia. No es que los herma­nos iban a la iglesia de Pedro, o a la iglesia de Andrés, o a la iglesia de Felipe, no; los hermanos se reunían como iglesia en Corinto; y Pablo les dice a ellos: "a la iglesia de Dios", Como ellos decían que eran de Pablo, entonces Pablo dice de Dios. "A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro" (1 Co.1:2). ¡Qué conciencia clara tenían los apóstoles! Ellos edificaban la casa de Dios. Si tú hubieras vivido en Jerusalén, y siendo cristiano, hubieras perteneci­do a la iglesia en Jerusalén, pero si hubieras vivido en Corinto, hubieras pertenecido a la iglesia en Corinto; de haber vivido en Éfeso, pues hubieras sido de la iglesia en Éfeso.

Un candelero por localidad

Pero tú vives en Magangué. Dios quiere tener un candelero en Magangué que alumbre este mundo oscuro; pero en vez de tener un candelero, el pobre candelero está despedazado en los brazos, y un brazo anda por allá, y el otro por allá; éste tiene una personería, el otro tiene otra, y casi hay esgrima entre brazo contra brazo; pero el Señor dice que todo el candelero, sus brazos, sus copas, sus cañas, sus manzanas, será de una sola pieza. Así harás el candelero a martillo. Claro que duele; note que el candelero se hacía a martillo, pero se hacía de oro; nada humano; todo de Dios, de oro labrado a martillo, pero de una sola pieza; todos los brazos unidos en la caña central, todos unidos en Cristo. Sí, hay algunos brazos que son como muy derechistas, y otros que son como muy izquierdistas, pero cuando están juntos en un candelero, el candelero está equilibrado; pero si tenemos un candele­rito de pobres y un candelerote de ricos, un candelerito conservador, el otro liberal, el otro comunista, otro de la unión patriótica. ¡Oh señor Jesús! Unos cuantos cultos por un lado, y otros incultos por otro lado, así no alumbra. El candelero debe tener todos los brazos en su lugar, unidos en una sola pieza para que haya siete lámparas, porque el número siete es el número de plenitud. Para que la luz de la iglesia sea plena y alumbre, los brazos tienen que estar unidos. Por eso la iglesia en Éfeso es un candelero, la iglesia en Esmirna es otro candelero;: todos los brazos tienen que formar juntos un solo candelero.

La iglesia, los miembros del Cuerpo de Cristo en su respectivo lugar se reúnen como iglesia. A veces en Jerusalén se reunían en las casas o en el templo; había miles de lugares de reuniones, pero cada lugarcito no era una iglesia. Tú no encuentras en la Biblia las iglesias (en plural) de Jerusalén. Hermanos, yo les hago un reto, a ver si encuentran un solo versículo donde en una ciudad en la Biblia ustedes encuentren más de una iglesia; les hago un reto, que me muestren más de una iglesia en una ciudad en la Biblia. Sólo cuando se trata de una región se habla en plural: las iglesias en Galacia, porque Galacia era una región; las iglesias de Macedonia, porque Macedonia era una región; las iglesias de Judea, porque Judea era una región. Pero la iglesia en Jerusalén, la iglesia en Corinto, la iglesia en Éfeso, la iglesia en Esmirna, siempre aparece en singular. Entonces es la iglesia en Magangué, la iglesia. ¿Cuál iglesia? Pues la del Señor. Hermano, ¿a qué iglesia pertenece usted? Hermano, ¿cuantas iglesias tiene el Señor? Si usted vive en Magangué, usted es la iglesia en Magangué; Dios lo miras a usted como miembro de Su iglesia en Magangué. Usted está en Cristo Jesús y en Magangué, como los santos estaban en Cristo y en Éfeso. “A los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas”, o en Éfeso o en Filipos. Claro, nosotros no estamos en Filipos, estamos en Magangué, entonces, todos los hijos de Dios son miembros del único Cuerpo de Cristo, en el cual, los que están en Magangué son Su iglesia en Magangué, y Dios quiere que la iglesia en Magangué sea un candelero, y que todos los ministros juntos, así como Bernabé con Lucio, con Niger, con Manaén, con Saulo, formen el presbiterio de la iglesia en su respectivo municipio o aldea o población; como los apóstoles trabajan juntos y unánimes con todos los santos en Jerusalén. Y este otro equipo vivía en Antioquía; y claro, los de Corinto eran los que se querían salir y dividirse y decir: yo soy de Pablo, yo soy de Apolos. Ah sí, sí, ¿tú eres de Pablo? ¿Acaso fue crucificado Pablo por ti? ¿o acaso te bauticé para mí? (1 Co. 1:13). Fuiste bautizado por Pablo. "Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado (dice san Pablo), sino a Crispo y a Gayo, para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre”. Ustedes no son paulinos, de la iglesia paulina, o de la iglesia sucursal de Tarso, no; ustedes son de Cristo. “¿Acaso está dividido Cristo?” Habiendo esos celos, iras y contiendas entre ustedes, ¿no son carnales? ¿no andan como hombres? Parece que andan en la carne y no en el Espíritu. Si andas en el Espíritu, descubres que el Cuerpo de Cristo es un solo y nuevo hombre; es Cristo en todos los que lo tienen, y somos un solo cuerpo; y si no discerni­mos el Cuerpo, pues, participamos indignamente de la Mesa del Señor.

Hay que discernir el Cuerpo, mirar detrás de las aparien­cias y encontrar a un mismo Cristo en todos Sus hijos, y recibir como hermanos a los que Dios recibió como hijos; incluso recibir al débil en la fe si Dios lo recibe; ahí está en Romanos 14. Pero les dice Pablo: Hermanos, ¿saben qué? Pablo es vuestro, pero Apolos también es vuestro; Cefas también es vuestro, y vosotros sois, no de Pablo ni de Apolos, no de Cefas; vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios. Por eso Pablo dice: "Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto". Ellos es estaban divididos entre ellos mismos, eran de distintos grupos y "de distintas iglesias"; unos decían "yo soy de Apolos; a mí no me importa lo que dice Pablo". Si tú dices que eres de Apolos, ¿sabes cómo te digo yo? La iglesia de Dios que está en Corinto. Hay entre vosotros divisiones, y la iglesia de Corinto se divide por ministros, por nom­bres; pero yo les digo: Cristo no está dividido, vosotros sois un solo cuerpo. ¿Acaso la mano puede decir al pie: no te necesito? Y empieza Pablo a explicar para mostrarles que Cristo no está dividido, y que ellos son un solo cuerpo, y que deben discernir el cuerpo, y que si partici­pan de la Cena sin discernir el cuerpo, por eso hay muchos debilitados entre vosotros, y muchos están enfermos; incluso se murieron o duermen. ¿Por qué? Porque no se examinaron a sí mismos; entonces le tocó al Señor examinarlos, para no condenarlos con el mundo; los tuvo que corregir, o con debilidad, o con enfermedad, o incluso con la muerte física, para no condenarlos con el mundo. Ahora lo vamos a leer en la Biblia. ¿Por qué esa disciplina del Señor a los santos de Corinto? Porque ellos partían el pan sin discernir el Cuerpo del Señor, y esa era la causa de su debilidad, de sus enfermedades, y de la prematura muerte de algunos. Entonces Pablo tiene que escribir esta carta movido por el Espíritu Santo. Y los problemas que el Espíritu Santo por mano apostólica corrigió en Corinto, suceden en Magangué y en cualquier ciudad del mundo. Pero, ¿cuál es la Palabra de Dios? Dice Pablo en esta misma carta: "Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamie­nios del Señor". ¿Tú crees que porque ahí dice Apolos y no Pedrito, y Cefas y no Luisito, no te toca a ti? ¡Claro que te toca! Si estás haciendo lo mismo que hacían los que decían ser de Apolos, o de Cefas, o de tal, o de cual, te toca, pues ¡estás haciendo lo mismo! ¡Eso fue corregido por el Espíritu Santo!

Los supervisores de la iglesia local

Entonces, amados hermanos, cuando dice: "cuando os reunís como iglesia", ¿a quién le habla Pablo? A los santos en Cristo que están en Corinto. ¿Qué es una iglesia bíblica normal? ¿Cómo es una iglesia bíblica normal? ¿Quieren leerlo conmigo? Filipenses 1:1: "Pablo y Timoteo (éstos eran los obreros de la región que cooperaban con estas iglesias), siervos de Jesucristo, (¿a quién? ¿a cuántos? Ninguno excluido, ¿verdad?) a todos los santos en Cristo Jesús que están en Fililipos (o digámosle Magangué, o Sincelejo, o Corozal), con los obispos y diáconos”. Esa es una iglesia bíblica normal; esa es la iglesia de los filipen­ses, gozo y corona de Pablo. ¿Cuál es la iglesia? Todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos. ¿Con quién? Con los obispos. ¿Quiénes son los obispos? Los supervi­sores, los ancianos, los presbíteros, los pastores puestos por Dios; eso es lo que quiere decir la palabra obispo.
La palabra OBISPO en el idioma griego es epíscopo (_πίσκoπov); de ahí viene esa palabra episcopal. La palabra epíscopo se descompone en: Epi, que quiere decir "sobre"; por ejemplo, la epidermis, que quiere decir encima de la dermis, o de la piel; y Scopo, que quiere decir "mirar, ver"; por ejemplo, telescopio, que es para ver un objetivo (τελoς) que está lejos (τ_λη); microscopio, que es para ver algo pequeño (micro); pero epíscopo, quiere decir supervi­sor o sobreveedor. Entonces los hermanos a quienes el Señor les ha dado la responsabilidad de supervisar y cuidar de sus demás hermanos en la ciudad, son los obispos. Mire que en la Biblia la jurisdicción de los obispos es la ciudad. Mire cuando el apóstol Pablo le escribió a Tito; ustedes pueden seguirlo en Tito. Dice allí: "Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad” (Ti. 1:5). La palabra en griego para anciano es presbítero (πρεσβυτέρv). O sea que la jurisdicción del equipo o la junta de los ancianos es la ciudad. Los ancianos son establecidos en la ciudad, como la iglesia es establecida en la ciudad; es la iglesia de ia ciudad. Ahora Pablo viene hablando de estos ancianos, de estos presbíteros, y empieza a decir: ''6el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer", esto y aquello; y luego añade: "7Porque es necesario que el obispo sea irreprensible"; él venía hablando de los requisitos de los ancianos e intercambia ahora la palabra anciano, presbíte­ro, por obispo. Los obispos son los mismos presbíteros, son los mismos ancianos, y son los mismos pastores.


En 1 Pedro 5:1‑4, dice Pedro apóstol: "1Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos... 2Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplo de la grey. 4Y cuando aparez­ca el Príncipe de los pastores (le está hablando a los ancianos), vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria”. O sea, que los ancianos que están entre los santos eran los pastores y eran los mismos obispos. En Hechos capítulo 20, Pablo llama a los ancianos o presbíteros (presbíteros en griego, ancianos en español) de la iglesia de Éfeso, a Mileto, y empieza a decirles cosas y cosas: Vosotros sabéis el tiempo que he estado entre vosotros predicando, y tal y tal; y ahora dice: 28Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”. Recuerdan eso; o sea que Pablo está llamando obispos a los ancianos de la iglesia en Éfeso. E s decir, que los hermanos más madu­ros son los hermanos ancianos. En cuanto maduros, son los más antiguos, los más maduros espiritualmente. Éstos, los hermanos más maduros y más firmes, son los ancianos; por eso se llaman ancianos, por ser los herma­nos más antiguos y más maduros espiritualmente. Ahora, en cuanto a su función de supervisar o de cuidar a los otros hermanos más nuevos, son obispos; pero no es que el obispo sea un rey sobre los presbíteros, no. Los obispos, los presbíteros, los ancianos son lo mismo. Fue el nicolaísmo católico romano el que empezó a sacar obispos de entre presbíteros, arzobispos de entre obis­pos, cardenales de entre arzobispos y papa de entre cardenales. Eso es el nicolaísmo que el Señor aborrece. Pero el Señor quiere a todo el pueblo unido y a todo el ministerio unido; todos juntos, unánimes, guardando con solicitud la unidad del Espíritu en un solo Cuerpo, y todo el ministerio contando uno con el otro, cuidándose mutuamente. Bernabé cuidando a Lucio, y Lucio y Bernabé cuidando a Saulo, Saulo cuidando a Manaén, Manaén cuidando a Niger; todos cuidándose mutuamente, ayudándose. Estaban los cinco; de pronto el Espíritu dice: Bueno, “Apartadme a Bernabé y a Saulo”; lo dijo en la comunión de ellos cinco. “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Se fueron Bernabé y Pablo, pero la iglesia en Antioquía quedó cuidada; des­pués nuevos hermanos fueron incorporados a trabajar con ellos. Porque el Señor es uno solo, Su Espíritu es uno solo, el Cuerpo es uno solo, la Iglesia universal es una sola; por lo tanto, todos los miembros del Cuerpo de Cristo de la Iglesia universal que están en una ciudad son la iglesia de esa ciudad y en esa ciudad; y entre ellos, la suma de los ancianos son el presbiterio.
"Y los diáconos". Todos los santos en Cristo Jesús. "Todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos". Los obispos son los que tienen el gobierno de la iglesia; el Señor delegó el gobierno a los ancianos de la iglesia. La Biblia dice: "Los ancianos que gobiernen bien, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar, sean tenidos por dignos de doble honor".[2] O sea que ese presbiterio es el que recibe la delegación del gobierno de la iglesia en la ciudad, o en el pueblo o en la aldea. "Todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos". ¿Quiénes son los diáconos? Los hermanos que hacen el trabajo administrati­vo de las cosas materiales fray; hay viudas que atender; hay santos pobres que atender, hay cosas que atender en la iglesia; entonces los diáconos son los encargados de servir las mesas, arreglar todos estos asuntos materiales y administrativos; pero bajo el gobierno de los ancianos o presbíteros u obispos o pastores, que es lo mismo.

Entonces “cuando os reunís como iglesia”; he aquí la iglesia en Corinto, todos los santos, aunque ellos decían que eran de tal o de cual. ¡Ah, cómo quiere el Señor que se reúnan y se congreguen todos juntos para lo mejor! Claro que a veces se reunían para lo peor; después de la reunión salían criticando; unos hasta se emborrachaban. ¡Ay, Señor! Parece que los corintios no eran de otro planeta, sino del mismo nuestro. A veces la iglesia se reúne en un solo lugar; a veces son poquitos los santos de una ciudad; a veces, como en Éfeso, comenzaron sólo doce. Se podían reunir en la casa de Aquila y Priscila. O el caso de Laodicea; la iglesia de Laodicea, que es un solo candelero en Apocalipsis, se podía reunir en la casa de Ninfas. O los colosenses se podían reunir en la casa de la hermana Apia, Filemón y Arquipo; pero la iglesia en Laodicea es una sola y la iglesia en Éfeso es una sola. A veces cabe en un lugar. “Si toda la iglesia se reúne en un lugar...” dice Pablo en Corintios. A veces toda la iglesia cabe en un lugar; a veces es numerosa, como en Jerusa­lén, que eran miles de hermanos, porque en el día de Pentecostés (aparte de los quinientos que habían visto a Cristo resucitado) se convirtieron (en el solo día de Pentecostés) tres mil; y después, en la puerta la Hermosa, cinco mil; y eso sólo los hermanos, sin contar mujeres y niños; es decir, que había mínimo diez mil hermanos en Jerusalén, y había muchos apóstoles y ancianos. Pero tú oyes que la Biblia dice: "la iglesia que estaba en Jerusalén". Se reunían en el templo, no el de ellos; ellos no construye­ron templo; ellos aprovecharon el que había construido Herodes, hasta que los romanos lo destruyeron; y se reunían en el templo y por las casas, pero estaban juntos y unánimes. Cada casa no sacaba su personería y ponía un letrero que dijera: “La iglesia de Felipe", no. Es la Iglesia del Señor en Jerusalén; aunque se reunían a veces en un lugar, a veces en muchos, era la misma iglesia. Todos los santos sabían que eran de la misma iglesia, porque eran del mismo Cristo; ellos discernían el Cuerpo del señor.

Vamos a tomar la Cena del Señor, entonces, ¿cómo ser irresponsables en esto? ¿Cómo no decir esto? Sigamos leyendo 1 Corintios 11:18: "Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo". Me gusta que Pablo diga en parte, porque a veces también la gente exagera mucho, ¿no? A veces exagera en un espíritu crítico; eso no es sano; eso tampoco es del Espíritu Santo: por eso Pablo creía sólo en parte, porque a veces somos hipercríticos. "19Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados". Sí, los que verdaderamente aman al Señor se enfilan con la Palabra y con el Espíritu de Dios; y los que tienen otros intereses, ahí quedan manifiestos. "20Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor”. Porque resulta que el Señor Jesús había celebrado la pascua, pues, comiendo cordero, y con ácimos y ensalada amarga, y con vino; entonces, lógico, a veces los santos al celebrar la cena del Señor, que era con el pan y el vino, pues también comían como en lo que en la Biblia se llama ágapes. Dice que partían el pan por las casas y comían juntos con alegría y sencillez de corazón. A veces los santos de la iglesia de la ciudad se reunían por las casas, a veces partían el pan en las casas y también comían juntos. Esa comida j untos de los hermanos que a veces se reunían para comer juntos, es lo que en la epístola de Judas se llama los ágapes; cuando los santos a veces comían junios. Pero, ¿qué pasaba a veces? Los santos no distinguían bien entre lo que era el ágape, la comida, y lo que era la Santa Cena, y a veces entonces actuaban carnalmente; tomaban demasiado, y a veces se emborrachaban. Los hermanos pobres, que no tenían lo mismo para poder llevar y comer juntos, se sentían avergonzados, porque los que tenían mucho podían llevar tremendos manjares, y allá se alimentaban con la familia; y los hermanos pobres se quedaban allá avergonzados. ¿Para qué van a ir a la reunión de la iglesia si no pueden llevar sino un arrocito? En cambio, el otro puede llevar un pollo, un pavo, una res.
Pablo les dice. "21Cuando, pues, os reunís vosotros (vosotros, es decir, la reunión de comida), esto no es comer la Cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga”; es decir, que ellos no habían aprendido a esperarse uno a otro. Dios quiere que todo Su pueblo se reúna junto y todos coman juntos y pasen momentos de alegría delante del Señor, y de comunión unos con otros; que perseveren siempre en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Ese es el trabajo normal del pueblo de Dios en la ciudad; pero a veces dice: "Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga"; no esperaba al otro y el otro se quedaba avergonzado. ¿Por qué? Porque todavía tomaban el ágape junto con la Santa Cena; por esa suce­día esto.

Entonces Pablo tiene que escribir para poner en orden la situación, y les dice: "22Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo". Cuando nos vamos a reunir los santos de una ciudad, en la iglesia de esa ciudad, pues si alguno tiene hambre, coma algo en su casa para que no esté muy apurado cuando estemos con los hermanos, para poder esperar que los otros coman. Unos pueden traer más, otros traen menos; se trae de todo un poco, se ponen unas mesas grandes, y entonces no se sabe quién trajo esto, quién trajo aquello. Nadie se enteró del que trajo poquito; el que trajo mucho, no lo mostró; al que recogió mucho no le sobró, y al que recogió poco no le faltó. Comían todos junios; se esperaban mutuamente sin adelantarse unos allá en privado, avergonzando a los que no tienen nada y menospreciando a la iglesia. Si tiene hambre, ¿acaso no tiene casa para comer y beber? Pero cuando nos reunimos como iglesia es para tener comu­nión unos con otros, para honrar al Señor; es para lo mejor, no para lo peor, es para derribar el asunto de las clases, no para remarcar más las clases, no. Allí los ricos están con los pobres, los blancos con los negros, con los chinos; los cultos con los incultos, los analfabetas; los de una nacionalidad y otra; estamos todos reunidos en Cristo Jesús, compartiendo juntos, porque Él nos ha hecho un solo y nuevo hombre, juntos todos ayudándonos mutua­mente. Y recogemos alguna ofrenda para los santos pobres, y para las viudas, y también para los ancianos que trabajan en predicar y enseñar; y se cubren todas esas necesidades bajo el gobierno colectivo del presbiterio y la administración de los diáconos que también están bajo el gobierno del presbiterio.

Pablo empieza a explicar qué es la Cena del Señor: "23Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseña­do: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan...”; es decir, en la mesa había no sólo pan y vino; en la mesa estaba la carne del cordero, estaban los ácimos o panes sin levadura, estaban las copas de vino, unas antes, otras después. Lucas nos muestra la que se tomó antes; los otros evangelistas nos muestran la que se tomó después; y también el cordero se acompañaba con hierbas amargas, una especie de ensalada, de escarola o algo así. Entonces dice Pablo qué era la Santa Cena en medio de toda aquella comida. Lo que tomó fue el pan; no tomó el cordero ni la ensalada; el Señor tomó el pan. Luego dice: "24Y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí". La orden de la Santa Cena es hacer esto específicamenie, partir el pan; no está prohibido la comida junta, pero la Santa Cena es principalmente el pan sin levadura y el vino o la copa. Entonces dice: "25Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado (es decir, el cordero, la escarola, junto con el pan), diciendio: Esta copa (ya especificó el pan y la copa) es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 26Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga".
Entonces la Cena del Señor representa varias cosas. En primer lugar dice: "Haced esto en memoria de mí"; es decir, que en primer lugar es un memorial para recordar la muerte del Señor. El señor no quiere que nos olvidemos nunca de Su muerte; Él quiere que siempre estemos recordando que murió por nosotros, pero que resucitó y va a volver. "Hasta que él venga", porque resucitó. Él quiere que recordemos Su muerte por el pan y el vino. En primer lugar, la Cena del Señor es un memorial, "en memoria de mí". Segundo, además de ser un memorial, es un anuncio, porque dice "la muerte del Señor anunciáis". Entonces dice: "todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis"; es decir, es en primer lugar un memorial; en segundo lugar, un anuncio, un anuncio de la muerte del Señor; en tercer lugar, es la celebración de un pacto nuevo. Esta copa, dice el Señor, es, ¿qué es? "Es el nuevo pacto en mi sangre". En el Antiguo Testamento había una manera de aliarse con Dios, de tener relación con Dios en la vieja alianza; pero el Señor estableció una nueva alianza, un Nuevo Pacto, una nueva manera de tener relación con Dios, y es a través de la sangre derramada del Señor Jesucristo; entonces la copa de bendición es el Nuevo Pacto.

Pero, en el capítulo anterior, el 10, había dicho otra cosa que también se refiere a esto. Dice en 10:16,17: "16La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? 17Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participa­mos de aquel mismo pan". Entonces el pasaje de aquel capítulo 10 nos enseña que el pan que partimos es la comunión del Cuerpo de Cristo. ¿Cómo podemos enton­ces celebrar el partimiento del pan o la Santa Cena exclu­yendo hermanos en Cristo? A veces se dice: Hermano, usted es de "otra iglesia", por favor sálgase. ¡Cómo! Si todos participamos del mismo pan, si el Cuerpo de Cristo es uno solo, siendo uno solo el pan, todos participamos de aquel mismo pan. Entonces, ¿cómo vamos a excluir a los que Cristo incluye? Si el Señor Jesús le dijo a los suyos, a los suyos: "bebed de ella todos", ¿cómo nosotros vamos a decir: no, todos no, los que son de Apolos solamente? ¿No sería eso un pecado de disensión? ¿No sería eso no discernir el Cuerpo de Cristo? Porque el pan que partimos es la comunión del Cuerpo de Cristo, que es uno solo, y la copa de bendición que bendecimos, es la comunión de la sangre de Cristo. Todos los que han sido limpiados por la sangre de Cristo participan de esta copa. Porque yo te digo una cosa, ¿qué es más, la sangre de Cristo o la copa que la representa? ¿Qué es más? Si participa de la sangre de Cristo, limpiado por ella, ¿cómo no va a participar de la copa? Si participa del Señor Jesús, ¿cómo no va a participar del pan, siendo un solo pan? No hay sino un solo pan. Jesús dijo: "51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida" (Juan 6:51,54‑55).
Así como cuando tú comes el pan y bebes la copa, ese pan, ese jugo, ese vino de uva, comienza a ser parte de ti, y te ha constituido con lo que él es; así el Señor Jesús quiere constituirnos a nosotros con lo que Él es. Y si una persona participa de lo simbolizado, ¿cómo no va a participar del símbolo? Porque, ¿qué es más, el símbolo o lo simbolizado? Y lo simbolizado es Cristo mismo; noso­tros participamos de Cristo. Si participamos de la limpieza de la sangre, ¿cómo no participaremos de la copa? Ahora, si la persona no es de Cristo, ¡ah, sí! "No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos". Pero si es una persona que es un hijo de Dios que realmente cree de todo corazón en el Señor Jesús, ¿cómo nosotros lo vamos a excluir si el Señor dice: Recibíos unos a otros como yo os recibí a vosotros?


27De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. 28Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo". Ahí no dice que tú pruebes a tu hermano, no; tu hermano sabrá; tú pruébate a ti mismo, si estás en la fe, si estás en la comunión, si estás en Cristo, si el Señor te ha perdonado los pecados, y si tú tienes comunión con los hermanos. Pruébese cada uno a sí mismo; no dice que uno pruebe al otro, no; cada uno a sí mismo, y coma así, habiéndose probado y con discerniente. "Y coma así del pan, y beba de la copa. 29Porque el que come y bebe indignamente (eso es comer indignamente, no discernir el Cuerpo), sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí". Este juicio no es el juicio eterno; es una disciplina temporal de parte de Dios; por eso sigue diciendo: "30Por lo cual (es decir, por participar de la Cena del Señor sin discernir el Cuerpo) hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. 31Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo". Es decir, para que Su pueblo no sea condenado con el mundo, si Su pueblo participa de la Santa Cena sin discernir el Cuerpo del Señor, lo hace indignamente; entonces, como no se examinó a sí mismo, le tocó al Señor examinarlo; pero como el Señor no lo quiere condenar con el mundo, lo examina aquí con debilidad, con enfermedad e incluso con una muerte, no eterna, sino prematura; duerme. Y por eso dice duerme. Eso es cometer pecado de muerte en un sentido. Se trata de aquellos hermanos que han pecado contra el Señor y el Cuerpo de Cristo, que el Señor, no es que los envió al infierno, sino que se los tuvo que llevar antes de tiempo para no condenarlos con el mundo; les quitó la oportuni­dad de trabajar más para el Señor en la tierra. Entonces por eso dice: ''30Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. 31Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo". Mas como uno se hace el tonto, al Señor le toca decir: "Oye, ¿no te das cuenta lo que está pasando? ¿No te das cuenta de lo que estás haciendo?" Cuando uno está débil, cuando está enfermo, ahí piensa mejor. ¿Qué será lo que me está pasando? Dios lo está corrigiendo para no condenarlo con el mundo.

Y sigue diciendo la Palabra: "33Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros". Ya no habla de la Santa Cena sino de reuniones para comer. La Palabra del Señor habla de muchas clases de reuniones. Hay reuniones para orar, reuniones para enseñar, evangeli­zar, reuniones para tratar asuntos, reuniones de mutuali­dad donde cada uno de los santos tiene algo por el Espíritu; éste tiene salmo, otro tiene doctrina, tiene revelación, tiene lengua, tiene interpretación; hay reunio­nes unidas, reuniones por las casas; y también hay reuniones para partir el pan; ese es el propósito. Dice en Hechos 10:7: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba". Fue la vez que se cayó de la ventana aquel muchacho; ustedes conocen la historia; se habían reunido para partir el pan. A veces se reúnen para comer; y aquí dice: “Cuando os reunís a comer”; se trata de otra clase de reunión. En el Nuevo Testamento el Espíritu Santo dejó muchas clases de reuniones. Nosotros sólo tenemos una clase y casi siempre de la misma manera, pero el Espíritu Santo es muy flexible. El odre tiene que ser un odre nuevo, porque un odre viejo no aguanta el fermento del vino nuevo; se necesita un odre nuevo para vino nuevo; el vino nuevo es la vida del Señor que empieza a fermentar, y el odre empieza a ceder, pero el odre viejo ya no aguanta, ya no cede más, y se rompe el odre y se derrama el vino. Por eso el vino nuevo necesita odre nuevo; el odre nuevo sí cede, es más flexible; el Espíritu Santo nos dio un odre muy flexible, muy variado, en el Nuevo Testamento; pero nosotros lo encasillamos de una sola forma. Pero la Biblia dice: "Dios, que hace todas las cosas en todos”, y muchas operaciones; ese es un odre bastante flexible. Para que la vida del Espíritu pueda funcionar, a veces los hermanos no pueden hacer lo que podrían hacer porque el odre está tan estrecho que ya no cede ni un poquitito, y los herma­nos se quedan sin trabajar para el Señor por causa de los odres viejos. Dice el Señor en Jeremías 48:11, 12: ''11Quie­to estuvo Moab desde su juventud, y sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija, ni nunca estuvo en cautiverio; por tanto, quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado. 12Por eso vienen días, ha dicho Jehová, en que yo le enviaré trasvasadores que le trasvasarán; y vaciarán sus vasijas, y romperán sus odres"; es decir que le romperán los odres y lo trasvasarán de vaso en vaso para poder refinar el vino. El Señor rompe los odres viejos para que la Iglesia tenga odres nuevos y puedan ser flexibles al fermento del vino nuevo del Espíritu de Dios. A veces la Iglesia no puede crecer porque la tenernos encasillada en una forma estrecha; pero el Espíritu Santo ha dejado una variedad de formas, multitud de operaciones, muchos dones, ministerios, operaciones, aunque un mismo Espíritu, Señor y Dios; un odre nuevo que es flexible y se adapta al mover del Espíritu. Hay muchas clases de reuniones en el Nuevo Testamento, y una de ellas es reunirse para comer; otras veces se reúnen para leer las cartas de Pablo. "Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos" (1 Tes. 5:27). Ah, se reunían los hermanos en la casa de alguno de ellos y se leía la carta a los Tesalonicenses, porque Pablo los había conjurado a que se les leyera a los herma­nos, puesto que no todos sabían leer; entonces el herma­no que sabe leer, les leía a los otros, dándole el sentido. Por eso dice Apocalipsis: "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ellas escritas; porque el tiempo está cerca" (Ap. l:3).

"Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros" (Col. 4:1). A veces los santos se reunían para leer las cartas, a veces para partir el pan, a veces para orar, a veces combinaban una con otras, a veces para comer; y aquí Pablo habla de la reunión para comer. Por eso él dice así: “Así que, herma­nos, cuando os reunís a comer...”. A veces se reúnen a comer, no a orar; claro que se ora por la comida; cuando se reúnen a leer, también oran, pero lo principal es la 1ectura; cuando se reúnen a comer también oran, pero lo principal es el ágape; cuando se reúnen 3 partir el pan también oran; a lo mejor también leen, pero el motivo principal es partir el pan. Hay varias clases de reuniones donde prima más una cosa que la otra, según la sazón del Espíritu. "33Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. 34Si alguno tuviere hambre, coma en su casa (se refiere al ágape, no a la Santa Cena), para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere”. Ese era el trabajo que tenían que hacer los apóstoles, poner en orden las cosas.
Entonces, amados hermanos, el pan que vamos a partir es un memorial, es un anuncio; la copa de bendición es el Nuevo Pacto, y el pan que partimos es la comunión del Cuerpo de Cristo; la copa de bendición que bendeci­mos es la comunión de la sangre de Cristo. Y la Iglesia es una sola: Todos los miembros del Cuerpo de Cristo. El Señor estableció un gobierno. Hay hermanos que tienen libertad de dar la Cena a los que creen; otros dicen que sólo se la dan a los que son bautizados. Eso le correspon­de al gobierno de la iglesia en cada localidad; entonces sobre eso yo no entro, y eso se lo dejo al gobierno de la iglesia, y cada uno pruébese a sí mismo. Si alguno en su conciencia siente que no debe participar, cada uno pruébese; entonces si alguno siente que no, diga que no; alguno que siente que es bautizado, que está en paz con el Señor, está en disposición a tener comunión con el Señor y con todos los santos, hágalo con libertad. Si algunos hermanos se sienten bajo la autoridad de ciertos hermanos, respeten esa autoridad, porque Dios puso autoridad en la Iglesia y Dios va a pedir cuenta. Yo sé, porque hemos recorrido muchas ciudades y países, que hay hermanos que sí permiten y otros que no permiten (el dar la Cena a los que creen, pero que aún no son bautiza­dos), entonces eso lo dejamos al gobierno, eso es parte del gobierno, los ancianos que enseñan bien; eso le toca a ellos decidirlo. ¿Amén, hermanos?

No vamos a juzgarlos a ellos, porque el Señor está edificando poco a poco. La Iglesia es una edificación, y en el tiempo que surgió el protestantismo el Señor tenía que dar a luz otras cosas ¿Por qué? Porque había el catolicis­mo, un papado tremendo que mandaba todo, que hacía sus negocios con las indulgencias. Entonces el Señor empezó un trabajo de traer la justificación por la fe, de volver a leer la Biblia, y el Espíritu Santo ha ido restauran­do cositas, y por cada cosita que el Espíritu restaura se arma un lío en la historia de la Iglesia y confusiones y persecuciones, y el Señor sólo puede restaurar un poqui­to, y faltan otras cosas; pero cuando ya algo se asentó, como por ejemplo la justificación por la fe, entonces Dios restaura otras cosas; pero faltan otras y otras. Lo importan­te es cada uno andar a la luz que recibió del Señor. Nosotros no juzguemos a otros; nosotros hagamos lo mejor que nosotros entendemos sin menospreciar ni juzgar a nuestros hermanos. ¿Por qué? Porque a ellos los juzgará Dios; y a nosotros, que alguna cosa entendemos, nos toca a nosotros obedecer primero.
Lutero fue el primero que le correspondió decir en la época de la Reforma: "el justo vivirá por fe", y todavía los demás decían: no, no. Había que pagar la misa gregoriana para sacar el alma del purgatorio, etc.; ellos seguían en esto porque no habían visto, pero Lutero ya vio, y luego los que estaban cerca. Así ha sido durante toda la historia de la iglesia. El Espíritu Santo va dando a luz y hay que ir avanzando, pero no todos avanzan al tiempo. En el avance del pueblo del Señor hay vanguardias, guardias y retaguardias, y se necesitan los tres; la vanguardia para abrir brecha, pero la retaguardia para guardar la espalda por si se nos cuela quién sabe qué. Entonces el Señor tiene hermanos que van a la retaguardia; parece que se demoran más, que analizan más, que mastican más, porque están cuidando la espalda, y sólo cuando están seguros, dicen: Esto es de Dios. En cambio a otros les toca abrir brecha donde nadie ha dicho esto, y ahora lo va a decir por primera vez; es otro ministerio. Hay hermanos a la vanguiardia, corno Pedro. A Pedro le tocaba ir adelan­te y hacer de todo, abrir la brecha, y corría más rápido que Juan; llegaba y se metía. El día de Pentecostés era el primero que hablaba, y Dios sabia que él tenía que recoger muchos peces para Cristo; pescador de hombres; y entonces lo entrenó pescando. Esa era una vanguardia.

Pero San Pablo tenía que edificar el Cuerpo de Cristo; él tenía que entender el asunto del Tabernáculo, tantas cortinas, con tantas carpas; entonces lo entrenó haciendo carpas para que entendiera cómo comprender el plano. Por eso al principio de Hechos, usted ve a Pedro, y de pronto a Pablo; pero luego Pablo dice: "Me abandonaron todos los que están en Asia" (2 Ti. 1:15); entonces Dios dice: Juan, ¿sabes qué estabas haciendo tú cuando yo pasé por la playa? Tú estabas remendando redes, y allí en Asia se hizo un hueco así, ya rechazan a Pablo, así que tú te vas para Éfeso. Y allá fue Juan a remendar las redes que se le agujerearon a Pablo. Y después viene Juan a la retaguardia.
Usted ve primero a Pedro, después a Pablo, después a Juan. Ese es el Cuerpo de Cristo. Entonces, hermanos, nosotros no podemos hacer que todo el mundo piense igual que nosotros, no; cada uno será medido con la vara con que mide; no todos serán medidos con tu vara ni con mi vara. Yo voy a ser medido con mi vara y yo voy a ser juzgado con mi juicio, pero tú con tu juicio y con tu vara. Si yo tengo misericordia, la van a tener de mí; si yo no tengo misericordia, juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia. Así que procuremos no ponernos tropiezos ni jactarnos, sino comprendernos. ¡Ah! Si tienes libertad, si puedes ir adelante, ve; pero vayamos sin ofender lo más que podamos. En cuanto de nosotros dependa, seamos lo más fieles; el hecho es que hay un solo Cuerpo, ¿o no? Y ese Cuerpo es la suma de todos los hijos de Dios, y está en muchas ciudades, y el Señor quiere que guardemos con solicitud la unidad del Espíritu en un solo Cuerpo, en el vínculo de la paz; entonces hagámoslo. ¿Qué es partir el pan? Es la comunión de ese Cuerpo; entonces los que somos del Cuerpo vamos a participar del pan. ¿Qué es lo que nos bautiza en el Cuerpo? El Espíritu, pues por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un Cuerpo, judíos, griegos, bárbaros, escitas, mujeres, siervos, libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu; el Espíritu de Cristo es el que nos bautiza en el Cuerpo de Cristo. Amén.

De mi parte yo no voy a atreverme a hacer una declaración que sólo les corresponde a los ancianos de la localidad, a los pastores, a los obispos de la iglesia en Magangué; ellos dirán; y a lo mejor ellos mismos no están de acuerdo. Entonces, bueno, cada uno pruébese a sí mismo, y después pónganse de acuerdo. A veces los apóstoles tenían que reunirse en Jerusalén y ponerse de acuerdo, y se les escuchaba a todos, y Pablo decía, y Jacobo decía, y Pedro decía. Aun el mismo Pablo tuvo que visitar a Jacobo, Cefas y Juan y exponer lo que él enseña­ba a ellos en privado, y ellos le dieron la diestra de compa­ñerismo después de que él les hubo explicado; pero ya llevaba 14 años predicando. Entonces, hermanos, no seamos demasiado legalistas; respetemos algo que el Señor mismo espera que se respete, que es el fuero íntimo; nosotros no podemos llegar a tomar la decisión por otra persona; sólo podemos decir lo mejor que sabemos y dejar que los demás nos examinen. En la iglesia “los profetas hablen dos o tres y los demás juzguen"; la iglesia debe juzgar, debe probar, y luego cada uno tome su decisión, cada uno pruébese a sí mismo y coma así del pan. Ya está la mesa servida. Los hermanos respeten a sus pastores, y todos debemos por sobre todas las cosas respetar al Señor, Su Espíritu, Su Palabra y Su Cuerpo. Hermanos, yo sé que cuando se habla de esto parece que tenemos armas para salir criticando; ahora tengo armas para criticar, ahora se nos alarga el dedo. No, hermanos, Dios tenga misericordia. Acuérdese, amado, que la Palabra dice: “Juicio sin misericordia se hará con aquel que no haga misericordia" (Sant. 2:13). Busquemos el amor, y no nos menospreciemos unos a otros. ¿Quién eres tú que juzgas al criado ajeno? No pongamos nombres propios, todos humillémosnos y respetemos el fuero íntimo de cada conciencia; aun si alguno se quiere ir al infierno, ¿qué vamos a hacer nosotros? Dios mismo lo deja irse; así que vamos a respetar. Gracias a Dios.
Entonces yo voy a rogar a los hermanos que son pastores, que tuvieron la gracia por el Señor de acompa­ñarnos, que ellos pasen adelante y nos presidan en la Cena de Señor. Porque esta era solamente la exposición de la Palabra. Gracias, hermanos.


[1]Hechos 1:17.
[2]1 Timoteo 5:17.