"Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra".

(Salomón Jedidías ben David, Qohelet 11:1, 2).

viernes, 1 de julio de 2011

(1): HIERRO EN LOS PIES


HIERRO EN LOS PIES

El sueño de Nabucodonosor

Al considerar el capítulo 2 del Libro de Daniel en el Antiguo Testamento hallamos a Nabucodonosor, rey
de Babilonia, preocupado por el porvenir. Dios entonces, conforme a tal preocupación, le revela en un sueño,
a grandes rasgos, tal porvenir desde el reinado de Babilonia hasta el Reino de los Cielos. Olvidado de su
sueño y preocupado con esa preocupación conque Dios se hace sentir cuando quiere mostrarnos algo,
Nabucodonosor busca que se le recuerde el sueño y se le interprete. El profeta Daniel, ayudado por Dios,
descubre el sueño y la interpretación.
En tal sueño Dios le mostró la historia del porvenir en la figura de una gran imagen con cabeza de oro,
pecho y brazos de plata, vientre de bronce, piernas de hierro y pies de hierro mezclado con barro; en ese
punto la estatua fue golpeada por una Piedra no cortada por mano de hombre, la cual desmenuzó a la imagen
entera; entonces la Piedra creció cual un Monte que llenó toda la tierra. Daniel entonces procedió a la
interpretación: "37Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y
majestad. 38Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha
entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro" (Daniel 2:37-38).
La cabeza de oro de la imagen representa, pues, al rey de Babilonia, que en aquel momento era encarnado por
Nabucodonosor, y lo siguió siendo por sus sucesores babilonios Nabucodonosor II, Evil-Merodac, Nabonido
y Belsasar.

“39aY después de ti de levantará otro reino inferior al tuyo". Tras el imperio babilónico surgió el imperio
Medo-Persa, representado en los pechos y brazos de plata de la imagen de la historia universal. Daniel 5
registra el cambio de imperio. La escritura en la pared señaló al Nabucodonosor Belsasar, rey de Babilonia, lo
siguiente (capítulo 5): "25La escritura que trazó es: Mene, Mene, Tekel, Uparsin. 26Esta es la interpretación
del asunto: Mene: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. 27Tekel: Pesado has sido en balanza, y fuiste
hallado falto. 28Peres: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas. 29Entonces mandó Belsasar
vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del
reino. 30La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. 31Y Darío de Media tomó el reino, siendo de
sesenta y dos años".
Ya el profeta Jeremías había profetizado eso contra Babilonia: "11Limpiad las saetas, embrazad los
escudos; ha despertado Jehová el espíritu de los reyes de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento
para destruirla; porque venganza es de Jehová, y venganza de su templo. 27Alzad bandera en la tierra, tocad
trompeta en las naciones, preparad pueblos contra ella; juntad contra ella los reinos de Ararat, de Mini y de
Askenaz; señalad contra ella capitán, haced subir caballos como langostas erizadas. 28Preparad contra ella
naciones; los reyes de Media, sus capitanes y todos sus príncipes, y todo territorio de su dominio" (Jeremías
51:11,27,28). La historia confirma el cumplimiento de la profecía. El rey de Babilonia, heredero del trono de
Nabucodonosor, fue destronado por la alianza medo-persa.


Pero a éstos, conforme a Daniel 2:39, también les acontecería otro tanto, pues en la imagen continúa el
trazo inexorable de los designios de Dios en la historia: "39bY luego un tercer reino de bronce, el cual
dominará sobre toda la tierra".

Tras el imperio Persa, Alejandro Magno dio a Grecia el imperio mundial: los griegos. El Imperio Griego
está representado en el vientre de bronce de la imagen. Ya tendremos, Dios mediante, oportunidad de
considerar más detenidamente la profecía de Daniel 8, donde el carnero de dos cuernos, que representa a los
reyes de Media y de Persia (8:3,4,7,20), es derribado por el macho cabrío que es, según 8:21, el rey de Grecia.
Es por eso también que el ángel que apareció a Daniel, según el capítulo 10, le dijo a éste: “20Ahora tengo que
volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá".
De modo que según la realidad profética e histórica, el imperio de Grecia sucedió con poder al de los
medos y los persas, siendo en la imagen el tercer reino, el de bronce, a partir de la Babilonia de los
nabucodonosores. Y entonces llegamos por fin, tras las huellas de la historia universal, al Imperio Romano,
que sucedió al tercero, al de Grecia: "40Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza
y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo".

Un reino dividido

También la historia nos informa que tras la muerte del griego Alejandro Magno de Macedonia, el imperio
de Grecia se dividió en cuatro, dando lugar después a las dinastías posteriores de los Ptolomeos, y los
Antiocos y Seléucidas, a quienes con el tiempo avasalló el Imperio Romano. De manera que Roma puso fin
en lo político (y en lo religioso después) a la hegemonía griega. El Imperio Romano está, pues, representado
por este cuarto reino como de hierro. Es interesante notar que según el versículo 33 del capítulo 2, "sus
piernas, de hierro", son dos. El hierro del Imperio Romano está, pues, distribuido en dos piernas, lo cual, en
la historia de este imperio, abarca la división del imperio en dos, avanzada ya la era cristiana. Así que durante
la época del Cristianismo, Roma permanece representada en dos piernas de hierro. Es sabido que
Constantino, emperador romano, trasladó estratégicamente la capital del imperio a Constantinopla, llegando
a crearse así, con el tiempo, una bifocalización del imperio: Oriente y 0ccidente. Estos dos son, pues, sus dos
piernas de hierro. No debemos pensar que con el advenimiento del Cristianismo terminó la hegemonía
romana; por el contrario, este imperio de hierro continuó largamente en existencia en la forma de dos piernas.
Oriente y Occidente, divididos en nuestra era. Pero aun así divididas, las dos piernas siguen siendo de hierro.
La influencia, pues, del Imperio Romano perdura poderosamente inclusive hasta el fin de la historia en el
advenimiento del reino mesiánico de los cielos, como veremos a continuación:
"41Y lo que viste de las pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un
reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro
cocido. 42Y por ser los dedos de las pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte
fuerte y en parte frágil. 43Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas
humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro".
De modo que la profecía y la historia nos declaran que de aquel imperio surge una división. Un reino
dividido. Es interesante notar que a pesar de la división, el reino dividido sigue siendo uno: "Un reino
dividido". Debe notarse también que el hierro romano subsiste en los pies y hasta en los dedos (que con toda
lógica suponemos diez como corresponde a una imagen de características humanas). Así que el
discernimiento de la palabra profética nos señala la influencia romana entroncada hasta el fin de la historia
universal. Dícese del reino dividido que "habrá en él algo de la fuerza del hierro"; y añade que "por ser los
dedos de los pies en parte de hierro... el reino será en parte fuerte". Vemos, pues, que la influencia romana
le da cierta consistencia y dureza a la forma final de la historia universal según es bosquejada a grandes
rasgos en esta profecía.

A esta altura sería de interés notar la influencia que en la jurisprudencia moderna ha ejercido el aureolado
Derecho Romano. Igualmente, una vez que el pagano Imperio Romano dio paso al Sacro Imperio Romano y
a la hegemonía papal desde Roma, la influencia romana se hace notar hasta hoy. Los dedos de la imagen, quecorresponden en otra profecía a los diez cuernos, son, pues, el reino dividido en parte fuerte por el hierro, y en
parte frágil por el barro. De lo que antes era el Imperio Romano surgió un grupo de naciones independientes
entre sí, aunque aliadas: "Se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro".
He allí resumida la historia de los últimos siglos de la Europa que otrora fuera el imperio de los Césares y de
los Papas; es decir, del llamado Sumo Pontífice (título ostentado por ambos: césares y papas). Hoy en día,
los dedos de la imagen están representados en la Comunidad Europea, que, como es sabido, fue hace pocos
siglos la vanguardia de la conquista y colonización; como si el Tercer Mundo, especialmente de la América,
el África y Oceanía, fuesen, tales colonias, meras extensiones de su influencia. Es verdad que la civilización
europea de los dedos de la imagen avasalló a los pueblos conquistados. Hoy observamos a Europa y a los
pueblos conquistados por su civilización, presentarnos un panorama de alianzas, pero sin llegar a unirse.
Cada nación conserva su identidad, su lengua, y hasta en un buen punto su autonomía; pero están aliadas, y
por decirlo así, atravesadas por el hierro entre el barro. El barro representaría a aquellos pueblos que de una u otra manera se escaparon del yugo romano; como por ejemplo, los bárbaros de antes y los protestantes de
luego, los cuales enfatizaron más el nacionalismo que el imperio.

El reino milenial

Del versículo 44 de Daniel 2, nos llega la certeza de que el estado presente de la civilización occidental,
heredera romana y nacionalista, con sus aliados y la influencia romana, permanecerá así hasta el
establecimiento definitivo del Milenio en la segunda venida de Cristo: "44Y en los días de estos reyes, el Dios
del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará
y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, 45de la manera que viste que del monte
fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro".
"Los días de estos reyes" son nuestros días. En nuestros días el Dios del cielo levantará un Reino
inconmovible, el Reino de Su Amado Hijo, quien es aquella Piedra cortada del monte no con mano. El monte
que llenará la tierra será el Reino de los cielos, el Reino de Dios, el Reino de los santos del Altísimo, que
surge a partir de Cristo, la Roca que juzga y desmenuza a la civilización de los hombres en Su venida
gloriosa. "Consumidos” y "desmenuzados" estos imperios y reinos que se pasean todos en las páginas de la
historia universal, descubrimos la exacta desaprobación de Dios al principado de este mundo. La "hora de los
santos" no ha sonado, pues, todavía, pero está a las puertas. Estos santos estarán, pues, purificados de todo
lo reprobable hallado en la imagen desmenuzada. Los santos son todavía peregrinos, y buscan la Ciudad
que sí tiene fundamentos, aquella Jerusalén del cielo, cuyo Arquitecto y Constructor es Dios.