Capítulo IX
LA APERTURA DE LOS SELLOS[1]
Abordamos a continuación uno de los temas más espinosos del movimiento branhamita, el relacionado con la apertura de los sellos. Espinoso decimos, porque es precisamente el que ha dado pie a peligrosas herejías, enredándose en lo cual han surgido personas que se han declarado a sí mismos: Mesías. Son varios los aspectos que incluye este tema, tales como acerca del séptimo ángel de Apocalipsis 10, el fin del tiempo o dispensación de la gracia, la segunda venida de Cristo, el nombre nuevo del Señor, etc. Pero debemos atender primero a las claras y categóricas declaraciones de las Sagradas Escrituras en lo relativo a este importante asunto.
Comencemos citando el hecho de que tan solamente el Cordero de Dios, Jesús de Nazareth, es digno de mirar el libro y desatar sus siete sellos; lo dice Apocalipsis 5:2‑5:
"2Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 3Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. 4Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. 5Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos".
Debemos notar que el Único que puede abrir el libro es el Cordero que fue inmolado; se refiere, pues, al Hombre Jesús de Nazareth, el Verbo encarnado que permanece el mismo y en Su humanidad por todos los siglos. Al decir “León de la tribu de Judá" y "raíz de David", también lo hace para referirse a su perfecta humanidad, pues alude a Su ascendencia humana de la que tomó de María para así cumplir las promesas a Abraham y a David. Igualmente, al hablar de haber vencido y de Cordero inmolado, no puede sino tan sólo referirse a Su humanidad; de manera que quien abre el libro no es el Padre ni el Espíritu Santo, como sostiene Branham, sino el Verbo encarnado cual Jesús de Nazareth. El Espíritu Santo no fue inmolado, ni tampoco la Divinidad precisaba vencer nada. Era el Cordero, el Hombre semejante a nosotros, tentado en todo cual nosotros, pero victorioso; sí, Jesús de Nazareth, el Verbo encarnado, el Único digno de abrir el libro. No existe, pues, otro hombre que pueda hacer tal cosa; y si alguno pretende hacerlo, entonces simplemente está tomando el lugar de Cristo; y eso es precisamente lo que da a entender Branham; ya cité, y lo vuelvo a hacer, aquella declaración de Branham durante su disertación acerca de la revelación de los siete sellos:
"Y ahora en esta noche el Cordero está parado con el libro en la mano y está empezando a revelarlo mientras entramos a este capítulo 6. Ojala el pueblo tenga mente espiritual..."
Y un poco más adelante:
"El libro enrollado con los siete sellos está ahora siendo abierto por el Cordero. Estamos llegando a ese lugar en esta noche". (Páginas 99 y 100, el primer sello).
Debemos atender además al hecho de que es muy diferente predicar acerca de los siete sellos, y abrirlos realmente. Cualquier predicador puede hablar acerca de tal tema, pero solamente Jesús de Nazareth, Dios como Hombre y en gloria, puede realmente abrir el libro. Notemos por ejemplo que cuando el Cordero abre el sexto sello, “12hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; 13y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. 14Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. 15Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; 16y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; 17porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?" (Apocalipsis 6:12-17).
He ahí, pues, lo que acontece cuando realmente el Cordero abre el sexto sello. Los acontecimientos demuestran la apertura verdadera, pero una simple predicación acerca de la tribulación final no significa que sea la apertura verdadera. Tal verdadera apertura es el acontecimiento. Sin embargo, dentro del movimiento branhamita se confundió la semana de predicaciones de Branham acerca de los sellos, del 17 al 24 de marzo de 1963, como si fuese la apertura verdadera, dividiéndose los grupos del movimiento en fracciones encontradas en cuanto a la interpretación del séptimo sello; pues unos lo consideraban aún cerrado, y otros, ya abierto; esto debido al velado y ambiguo lenguaje de Branham, pues con el séptimo sello abierto se presentaba la segunda venida de Cristo. Todo esto acarreó, como era de esperarlo, una tremenda confusión, pues si aquellas predicaciones eran no sólo eso, predicaciones acerca del tema, sino la verdadera apertura por el Cordero a través de Branham, que se presentaba como el séptimo ángel de Apocalipsis 10, entonces por supuesto que el tiempo de la gracia llegaba a su fin, pues ya el Cordero se había levantado del Lugar de Intercesión para venir a abrir el libro y reclamar a Sus escogidos. Eso significaba además el cumplimiento de la segunda venida de Cristo en las nubes, para lo cual se señalaba aquella nube de que hablamos en otro capítulo y que fue fotografiada por el observatorio de Flastag, y publicada en las revistas "Life" y "Science". Y además, puesto que Branham había dicho que los siete truenos que eran los que estaban sellados con los siete sellos de afuera del libro, al ser revelados mostrarían el Nombre nuevo del Señor, entonces, a partir de William Soto Santiago, y con la actividad y carisma de Óscar Candelario, ambos de Puerto Rico, se concluyó que tal nombre era William Marrion Branham; por lo cual se extendió principalmente en Latinoamérica entre los grupos branhamitas, la costumbre de orar a Dios en ese nombre, suponiendo que el tal fuese el nuevo nombre del Señor, del que habla Apocalipsis 2:17; 3:12; 19:12. No obstante, Apocalipsis 2:17 se refiere al nombre que recibirá cada vencedor cuando el Señor regrese con Su galardón, lo cual dice cumplir William Soto Santiago presentándose a sí mismo como el Señor en su venida galardonando. Respecto a Apocalipsis 19:12, nos dice la Biblia que ninguno conocía ese nombre sino el Señor mismo; por lo tanto es una necedad aceptar que William Soto Santiago nos pueda decir ese nombre. Branham, con declaraciones como la que cito a continuación, encaminó las cosas de esa manera:
"Y ahora Jesús, Su nombre sobre la tierra fue Jesús el Redentor, porque fue el Redentor cuando estuvo sobre la tierra; pero cuando conquistó el infierno y la muerte, los venció y ascendió, entonces recibió un nuevo nombre. Por esa razón es que gritan y hacen tanto ruido y no reciben nada. Será revelado en los truenos". (Los sellos. Pág. 131).
Con esa frase se presenta como inútil orar a Dios en el nombre de Jesús, lo cual es ya un crasísimo error, pues “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos";[2] además, se insinúa orar en otro nombre que sería revelado y con el que "providencialmente" dio Wiliiam Soto Santiago: William Marrion Branham.
Vemos, pues, que el error "sólo Jesús" de Branham dio lugar para confundir al Cordero con el Espíritu Santo, y así desencarnar a Cristo, lo cual es anticristo, de manera a presentarlo a través de otro hombre; separado el logos del hombre Jesús, se presenta supuestamente al Logos en otro hombre, lo cual es característico de los falsos mesías; pero Jesús es el Cristo. ¡El Verbo y el Carpintero de Nazareth es una y la misma persona indivisible! Y Él es el Cordero, el Único que podrá abrir el libro.
Branham enseñó de sí mismo que él era el séptimo ángel que recibió del Cordero‑Espíritu Santo (sabelianismo) el libro abierto (interpretado como la explicación infalible de la Biblia). Sin embargo, en Apocalipsis 10:7 NO dice que el séptimo ángel reciba el libro abierto y nos lo participe. En primer lugar, ese séptimo ángel es el último de la serie de ángeles celestiales que tocan las siete trompetas en el contexto de Apocalipsis 8 al 11. La consumación del misterio de Dios NO consiste en una colección de herejías presentadas como revelaciones divinas, sino que es la culminación del desarrollo del plan de Dios con el establecimiento perfecto del reino de los cielos; efectivamente nos dice Apocalipsis 11:15 que cuando el séptimo ángel tocó la trompeta, los reinos del mundo llegaron a ser del Señor y de Su Cristo, y llegó el tiempo de dar el galardón a los Suyos y de juzgar a los muertos. He allí entonces cuando el misterio de Dios se consuma transformando nuestros cuerpos y barriendo la tierra. Pero suponer que la predicación de Branham, y otros después de él, y en especial a partir de sus disertaciones sobre los sellos, sea la consumación del misterio, resulta anacrónico e ilusorio. Aun el mismo Branham respondía a preguntas en 1964, más de año y medio después de su predicación de los sellos, que no entendía bien el mismísimo tema del Milenio y otros, y que apenas opinaba en ciertos asuntos escriturales. Recordemos que el misterio se consuma cuando el séptimo ángel realmente toca su trompeta, con lo cual los reinos del mundo pasan a ser del Señor y Su Cristo; y el reino se establece literalmente sobre toda la tierra; pero Branham aun confesaba no entender bien ni siquiera el tema del Milenio. Por lo tanto no puede sostenerse que aquella predicación de los sellos, presentada como verdadera apertura, sea la plenitud de la Palabra y la consumación del misterio.
Hemos dicho ya que Branham presentaba su ministerio como el cumplimiento de Lucas17:30, la manifestación del Hijo del Hombre; y lo hacía incluso antes del tiempo de su predicación de los sellos. En su mensaje "el rapto"(1965) enseñó que la segunda venida del Señor según l Tes. 4:16 tenía tres partes: aclamación, voz de arcángel y trompeta de Dios. Lo relativo a la aclamación o voz de mando, lo aplicó a su propio ministerio; es decir, que la segunda venida de Cristo comenzaba a cumplirse en él. Luego, William Soto Santiago se aplicó el resto, presentándose también como el Mesías en su segunda venida. Sólo dentro del branhamismo surgieron así varios falsos mesías, tales como también Julio Alvarado en Bolivia con milagros y prodigios, y Laurey en India, adorado en Madrás como Nishu Krisna. Pero sigamos recordando que el Señor Jesús nos advirtió que antes de Su venida vendrían falsos profetas y falsos cristos diciéndonos: He aquí está el Cristo, allí está, en el desierto, en los aposentos; y harían grandes señales y prodigios, y engañarían, si fuese posible aun a los escogidos; por lo cual nos advirtió el Señor que no veríamos días como los del Hijo del Hombre (Lucas 17:22,23), y que no creyéramos ni siguiéramos a estos falsos cristos, sino que le esperásemos venir en gloria; sí, al mismo Jesús de Nazareth, al mismísimo Hombre que fue crucificado y resucitado en carne, y en carne ascendido y glorificado, sentado a la diestra de la Majestad en las alturas hasta que la muerte sea vencida en nuestros cuerpos mortales con Su venida; nos dijo que regresaría cual resplandor de relámpago, en gloria y majestad.