"Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra".

(Salomón Jedidías ben David, Qohelet 11:1, 2).

viernes, 1 de julio de 2011

(5): LA CUESTIÓN DE ELÍAS


Capítulo V

LA CUESTIÓN DE ELÍAS[1]


Llegamos entonces al asunto de Elías que acompaña el mensaje de William Marrion Branham, y que es precisamente uno de los puntos que más causa en sus seguidores impresiones de conciencia.  Sería apropiado acudir primero a las Sagradas Escrituras para ver qué es todo lo que ellas tienen que decir al respecto, pues me parece más justo que nuestro modo de pensar nazca directamente de las Escrituras, y no que acudamos a ellas simplemente para buscar confirmación de un pensamiento que nos llegó de fuera de ellas.  De modo que, ¿de dónde proviene nuestro entendimiento de la cuestión de Elías? ¿De la Escritura? ¿O quizá de afuera? ¿De un supuesto Elías de los que han aparecido varios? ¿Vamos a ellas para tan sólo buscar confirmación de lo que nos han enseñado afuera? ¿Cuál es nuestra actitud?  Mi pregunta no es para pedir respuesta exterior, sino para que cada uno de los que investigamos el asunto, observemos los antecedentes de nuestra reacción.  Así las cosas, ¿cuáles son los hechos meramente escritura­les?

Si consideramos el Antiguo Testamento primeramen­te, allí encontramos en el libro de Malaquías  4:5, la única referencia a Elías, como a profeta que habría de venir.  La Escritura dice:
"5He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Yahveh, grande y terrible.  6Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición".
Hay otras profecías referentes también a Juan el Bautista en Isaías 40 y en Malaquías 3, pero solamente esta citada de Malaquías 4:5,6 es la única en el Antiguo Testamento hebreo que habla de un Elías que habría de venir.  Es cierto también que en el libro apócrifo conte­nido en el canon católico‑romano, llamado "El Eclesiásti­co", se hace mención allí de un regreso de Elías, en aquel pasaje donde el autor elogia a los héroes vetero­testamentarios de la Biblia; al alabar a Elías, dice que volverá de nuevo.  Esto lo hace el autor teniendo precisamente en mente aquella profecía de Malaquías. Sin embargo, tal libro del Eclesiástico, aunque útil para leer, está en tela de juicio con respecto a su inspiración, y no es aceptado unánimemente en el Canon Sagrado de las Escrituras.  Por lo tanto podemos decir que solamente la profecía de Malaquías 4:5,6 goza de pleno reconocimiento en lo que respecta a un Elías que había de venir.
Ahora bien, según el libro de Mateo en el Nuevo Testamento, en el capítulo ll versos 13 y 14, el Señor Jesucristo mismo interpreta que aquel Elías que había de venir es Juan el Bautista:

"13Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.  14Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir".
De manera que tenemos de Jesús la interpretación infalible del cumplimiento de la profecía de Malaquías 4:5, pues es sólo esa la que hace referencia a un Elías que había de venir antes del día grande y terrible de Yahveh, del cual Jesús dice ser Juan el Bautista que le precursó en Su venida en la plenitud del tiempo, considerado por los apóstoles, según sus escritos, como los días postreros.  En Lucas 1:17 se nos dice que el ángel dijo de Juan el Bautista:
"E irá delante de él (el Señor Dios) con el espíri­tu y el poder de Elías, para hacer volver los cora­zones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
De manera que el ángel que apareció a Zacarías, padre de Juan, al hablar de él, utilizo referencias sinteti­zadas de Malaquías 4:5,6, de Isaías 40:5 y de Malaquías 3:1.
Ahora bien, según Juan 1:21, Juan el Bautista niega de sí mismo ser Elías, y a la verdad que él no era la persona de Elías el Tisbita, sino la persona de Juan; sin embargo, sin ser la persona de Elías el Tisbita, era, según Jesús, el Elías que había de venir, como lo dio a entender también el ángel que apareció a Zacarías.

Tanto Malaquías 3:1 como 4:5 hacen referencia en sus contextos al aspecto terrible de la venida del día de Dios; aunque Jesús vino primero para declarar el día agradable, pues el de venganza será en la segunda venida, sin embargo Su primera venida es ya el cumpli­miento del tiempo y del día postrero, al decir apostólico, y las profecías de Malaquías, tanto las del capítulo 3 como las del 4, hacen referencia a un mismo personaje del cual Jesús declaró ser Juan el Bautista.

En Mateo 17 y en Marcos 9 se nos narra la conversa­ción que tuvieron los tres discípulos con el Señor al descender del Monte de la Transfiguración; como les había sido prometido a algunos de los discípulos, que no verían muerte sin antes haber visto al Hijo del Hombre viniendo en Su reino, Pedro, Santiago y Juan fueron llevados aparte y vieron a Jesús transfigurado en 1a gloria de Su reino, y junto a É1, a Elías y Moisés.  La vista de Elías y de 1a g1oria del Hijo del Hombre, les hizo recordar 1a explicación que daban los escribas acerca de1a profecía de Malaquías 4:5, que hablaba de un Elías que había de venir primero.  Estaban allí viendo al Hijo del Hombre transfigurado en la gloria de Su reino como se les había prometido a algunos de ellos antes de morir, y pensando que el reino se manifestaría inmediatamente, y entonces la doctrina de que un Elías había de venir primero les parece no concordar con el cuadro, o el cuadro con 1a doctrina del Elías precursor; entonces preguntan: "¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?"[2]  Jesús les respondió (según el original griego): "Elías en verdad está viniendo [ερχεται] y restaurará [απoκαταστήσει] todo, pero os estoy diciendo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron en él lo que quisieron..." Y continúa el verso l5 de Mateo 17 diciendo que "enton­ces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista".  Así lo cuenta Mateo.
Ahora bien, Marcos narra1a misma conversación, con las palabras griegas y e1 tiempo aoristo del verbo en griego, de la siguiente manera:  "11Y estuvieron inqui­riéndole diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?  12Respondiendo él, les dijo: Elías en verdad habiendo venido [ελθεωv] primero, está restaurando [απoκαθιστάvει] todo..."  Y e1 verso 13 de Marcos 9, dice:  "Pero les estoy diciendo que Elías ha venido y 1e hicieron lo que quisieron, según ha sido escrito de é1".
Tanto e1 pasaje de Mateo como el de Marcos decla­ran abiertamente que Elías ya vino en tiempos de Jesús, y según Mateo 17:13, los discípulos entendieron que les hablaba de Juan el Bautista; y añade un punto aparte; es decir, no agrega otra cosa que además de aquello hayan entendido.  De aquella conversación, nos narra la Palabra que los discípulos entendieron simplemente que les hablaba de Juan el Bautista y punto aparte.  No hay declaración ninguna que además de eso hayan ellos, los tres apóstoles columnas, entendido alguna otra cosa además.
Entonces creo que podemos entender de Malaquías 4:5,6 lo que interpretó Jesús y lo que entendieron los apóstoles.  Jesús interpretó que el Elías que había de venir era Juan el Bautista.  Podemos entonces conservar esa interpretación.  También los discípulos entendieron de aquella conversación que les hablaba de Juan el Bautista; y pienso y creo que nosotros también debemos entenderlo igual, y punto aparte.

Ahora bien, a lo largo de la historia del cristianismo, ya no los apóstoles sino algunos teólogos y otros, han visto en aquellos pasajes de Mateo 17, Marcos 9 y Malaquías 4:6, que además de Juan debe aparecer otro Elías; y han aparecido varios hombres que se han aplicado a sí mismos “el cumplimiento restante" de la controvertida cita de Malaquías 4:5,6; tales han sido por ejemplo últimamente: Alexander Dowie, William Ma­rrion Branham, Magno del Brasil; e incluso, los mormo­nes de alguna manera asocian el pasaje con José Smith, y lo reproducen en el libro del Mormón en e1 capítulo 25 de 3° Nefi.  También los "testigos" ruselistas han aplicado e1 pasaje a su propia organización; se dice haber en México una llamada '"Iglesia Patriarcal de Elías”.

La dificultad se ha dado en la apariencia de futuro del inicio de la respuesta de Jesús en la conversación del monte.  Antes de decirles que Elías ya vino, la pregunta de ellos era con respecto a lo que los escribas les decían que estaba en el futuro.  Jesús no contradice a los escribas, sino que dice que "en verdad" están correctos; y según Mateo responde: “Elías en verdad está viniendo y restaurará..."  Según Marcos responde: "Elías en verdad, habiendo venido primero, está restaurando..."  La expresión "en verdad" significa que Jesús aprueba la enseñanza de los escribas, los cuales decían que en el futuro, antes del reino, vendría Elías primero.  Claro está que los escribas al no reconocer a Juan, hablaban de Elías como en futuro; y el Señor dice acerca de tal enseñanza, que es correcta, "en verdad"; pero añade que Elías ya vino y no le conocieron; es decir, traslada a los discípulos, de la expectativa del futuro al reconoci­miento del pasado.

Además, comparando como lo hemos hecho en la versión griega, la respuesta de Jesús según Mateo y Marcos, las cuales se complementan para darnos la idea correcta, vemos que el futuro perfecto de algunas traducciones españolas, no es tal, sino que se desvane­ce.  Pregunto entonces a Dios, ¿hasta dónde es consis­tente la base escritural de los que dogmatizan acerca de un segundo Elías como Juan el Bautista?   Y teniendo además en vista la respuesta de Jesús en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21, donde se registra que los discípu­los preguntaron a Jesús ¿qué señal habría de Su venida y del fin del siglo? y Él nada mencionó de un Elías que vendría, sino que por el contrario, advirtió de la apari­ción de muchos falsos profetas y falsos cristos; y lastimo­samente tenemos que admitir que algunos, malinterpre­tando y utilizando a William Marrion Branham, llegaron a presentarse como el Hijo del Hombre, el Mesías en Su segunda venida, tales como los ya mencionados William Soto Santiago de Puerto Rico, Julio Alvarado de Bolivia y Laurey de la India.  También seguidores de William Marrion Branham, confundidos con su mensaje, le llegaron a considerar a él mismo, como Jesucristo, lo cual él repudió en 1961 en un mensaje titulado "La serpiente herida” y desmintió en la serie de "preguntas y respuestas" de 1964; sin embargo, William Marrion Branham mismo consideraba su ministerio como el cumplimiento de Lucas 17:30: la manifestación del Hijo del Hombre, y esperaba que al entenderse su predica­ción del séptimo sello, sus discípulos comprendieran que a través de él se cumplía la primera parte de la segunda venida de Cristo; es decir, la aclamación o Voz de mando con que el Señor Jesús mismo descenderá según 1 Tesalonicenses 4:16.  No obstante, tenemos ante nuestros ojos la advertencia de Jesús en el mismo capítulo 17 de Lucas, versos 22 a 24:
"22Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá cuan­do desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.  23Y dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis.  24Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día".
Por este y otros pasajes paralelos, podemos ver que la venida del Hijo del Hombre, Jesucristo Hombre, el crucificado y resucitado, será gloriosa en Su día y en Su estado glorificado; por lo tanto no podemos aceptar la explicación que tal venida como relámpago es simple­mente el correr del evangelio de Oriente a Occidente. No habla del Evangelio sino del Hijo del Hombre; es decir, aquella misma persona del Verbo que encarnada es Jesús de Nazaret y permanece el mismo Hombre, resucitado, a la diestra del Padre, y que volverá en gloria y majestad.
Pero volvamos al asunto de Elías, considerando la cuestión ahora también desde otra perspectiva de mucha importancia.  Hemos considerado las Escrituras en lo referente a Elías.  Vamos ahora a considerar si un tal Elías, aunque fuese verdadero, podría sustituir y ocupar el lugar de Jesucristo, es decir, si podría ser fundamento de fe y última palabra de verdad. ¡De Jesús y de Juan el Bautista mismo aprendemos que no!

Juan el Bautista era ciertamente el verdadero Elías que había de venir, y fue realmente comisionado por Dios, y sin embargo dice la Escritura: "No era él la luz, sino para que diese testimonio de la Luz" (Juan l:8).  Juan no debía llevar la gente hacia sí, sino hacia Cristo, menguando él.  Jesucristo dijo: "33Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.  34Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos.  35Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.  36Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan..." (Juan 5:33-36a).  De manera que conforme al Nuevo Pacto y a las Escritu­ras, Dios nos habla hoy directamente a todos Sus hijos por medio del Hijo del cual el Espíritu Santo toma y nos lo hace saber.  La ley y los profetas profetizaron hasta Juan; en estos postreros días Dios nos habla exclusiva­mente por el Hijo, el cual se ha repartido entre Su pueblo haciéndole Su Cuerpo.

Pero veamos lo que Juan el Bautista dice de sí mismo y de Cristo:  "29El que tiene la esposa es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido.  30Es necesario que él crezca, pero que yo mengue" (Juan 3:29,30). Así que la Iglesia del Señor está casada con el Esposo y no con el amigo del Esposo; si ella queda preñada del amigo y no del Esposo mismo, entonces es adúltera.  De modo que no podemos menos que aferrarnos al Señor mismo rete­niendo la Simiente de Su Palabra tal como aparece en las Escrituras, y pidiendo directamente de Él, el único Maestro, la luz del Espíritu que vivificará Su Palabra.  Tenemos  Su promesa de que así lo hará; no osamos dudar de Su fidelidad, ni de la suficiencia de la Unción según el Nuevo Pacto.  Escrito está que en Cristo Jesús estamos completos.  Sin la enseñanza directa del Señor, tampoco entenderemos a los ministros de Su magisterio.
Estando, pues, identificados con el Esposo, ¿por qué rebajarnos al amigo?  Oiremos encantados lo que los amigos del Esposo nos digan rectamente del Esposo, pero no osaremos entregarnos de lleno a ellos.  Y aquí arribamos a una tercera perspectiva.  Fuere cual fuere el ministerio de un hombre, sólo podemos recibir del hombre lo que de Cristo haya en él.  La verdad es Cristo, la verdad es la Palabra; la verdad no es Elías ni Pedro; tampoco Elías o Pedro hacen a la verdad.  Que un hombre sea o no Elías, no aumenta ni disminuye la calidad de sus palabras; la calidad es Cristo.  A es A dígalo Elías o dígalo Pedro; error es error, dígalo Pedro o dígalo Elias.  Un error no se convierte en verdad porque lo diga Elías; ni una verdad se convierte en error porque no era Elías quien la dijo.

Alguno dirá: ¡Pero tal hombre fue vindicado!  Al tal le respondenos: El vindicado erró después de su vindica­ción y algunas veces corrigió su error.  Sólo Cristo es la suprema vindicación.  Si se piensa de un hombre que es infalible porque una luz fue fotografiada sobre él, ¿por qué ese mismo hombre cambió sus enseñanzas, aun lo que enseñó después de la fotografía?  Y puesto que muchos se aferran a las palabras de un hombre, ¿por qué ese mismo hombre, aún después de ser levantado, como sostuvo, por siete ángeles, respondía en enseñan­zas que apenas opinaba y que podía haber algún error? !Claro está que los ángeles no tienen derecho de cam­biar el Evangelio!  El único encargado de revelarlo a cada uno es el Espíritu Santo, ¡y no el espíritu de Elías!  Encaramos, pues, a cualquier hombre para tomar de él solamente ¡lo que el Espíritu Santo evidencia de Cristo!  Hágase conmigo mismo así, pues ¡tan sólo a un misera­ble pecador tenéis delante!  La verdad está además escrita, y dice siempre lo mismo, en todos los tiempos.  Cuando alguien se presume el único intérprete autoriza­do, se hace a sí mismo otro mediador entre Dios y los hombres; los tales nos arrancan de Cristo y nos llevan a sí mismos; después; cuando desaparece el intérprete, aparecen los intérpretes del intérprete pretendiendo lo mismo.  Pero si se puede entender directamente al intérprete del intérprete, se puede también al intérprete y se puede también a la Escritura misma dirigida directa­mente a los cristianos normales para su intelección directa.  Lo que necesitamos es estar fielmente a los pies de Cristo para discernir la Voz del Espíritu Santo que nos enseña en todo y por todo. o


[1]Este capítulo fue escrito en Ciudad del Este, Paraguay, abril de 1981.
[2]Mateo 17:10