"Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra".

(Salomón Jedidías ben David, Qohelet 11:1, 2).

sábado, 18 de junio de 2011

AQUÍ ESPERO, SEÑOR


INSTANCIAS 9
Asunción, Paraguay, 1979
 

AQUÍ ESPERO, SEÑOR 
Señor,
sólo Tú eres la verdad;
hazme saber el camino por el cual he de andar,
porque me he entregado a Ti
y en Ti espero para corregir mi senda.
Señor mio y Dios mio,
convierte a Ti todos mis anhelos,
y sé Tú el destino de mi ser.
Sé mi Dueño, Señor;
encamíname a Ti,
porque Tuyo soy yo.
Aquí espero, Señor;
mientras los hombres trabajan,
yo quiero saber
que me tienes Tú para hacer.
Si estoy equivocado,
házmelo saber.
Padre Santo,
fortaléceme para entrar
por la puerta que Tú me abras;
que pida yo
y entienda lo que pida,
y entienda lo que mandas
y lo que mandas obedezca,
porque serte agradable
es todo el significado de mi vida;
y ¿qué será de mi si me desechas?
todo mi ser no tiene ninguna importancia
si Tú no lo quieres;
y si en verdad lo quieres, Señor,
no me dejes alejarme de Ti.
Célame, Señor,
porque Tu celo
es el único suspiro de mi existencia.
Sólo por Ti yo existiré
y sólo Tu amor me sustentará.
Para siempre, sí, eternamente
todo depende de Ti;
en Ti todo descansa,
y fuera de Ti todo se desvanece.
Eterno y único Dios,
tan sólo Tú, y sólo Tú,
nadie y nada más.
Señor mio,
yo he pecado en mi pequeñez;
Tu gracia me restaure
y establezca para Ti
delante de Tu Santo Rostro.
Tuyo soy yo,
y mirando hacia atrás,
hacia mi vida,
veo Tu mano que me atrae y guía.
Me hiciste conocer Tu soberana gracia
y condescendiste a encontrarme;
y en vez de pasar de largo,
Te detuviste a socorrerme;
y éste es ahora el día
en que llevas sobre Ti,
sobre Tus mismos hombros,
todo el peso de mi mortal herida,
porque pecamos contra Ti,
y contra Ti que eres tan Alto
se envaneció nuestro corazón;
y Tú nos derribaste,
mas nos salvó Tu gracia.
Porque, ¿qué es el hombre
para que permanezca un día?
he aquí que ante Ti
sería como si no fuésemos;
pero nos diste vida,
con Tu paciencia y gracia,
y te alegraste en extender
Tus manos con misericordia.
Señor,
quiero agradarte
porque esa es mi deuda mientras viva.
Mientras aliente en mis narices ser
Te pertenezco totalmente.
Óyeme desde Tu estrado
y veme, yo te ruego,
a ver en qué te sirvo,
porque si callas...
callas.
Calla, Señor, si quieres,
porque soy Tuyo.