"Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra".

(Salomón Jedidías ben David, Qohelet 11:1, 2).

sábado, 18 de junio de 2011

SALMO


INSTANCIAS 6
Asunción, Paraguay, 1975
 

SALMO

 
Recuerdo, Padre mio,
cuando cantaba a la infinita soledad;
cuando lloraba,
debía más bien decir.
Hoy he hallado en Ti
un grandísimo refugio,
un gratísimo refugio;
y Tu compañía
me acompaña todos los días.
Creo, Señor,
que nunca más volveré a estar solo.
Señor,
¡cuánto te agradezco!
¡Señor!, ¡Señor!,
¡como sienten los hombres!
¡qué cosa es el camino!
Sin Ti, Señor, ¿a dónde ir?
Pero Tú nos trajiste
y aquí estamos.
¡Qué distinto es ser Tuyo!
¿Qué es lo que ha hecho el hombre de sí?
¿Qué hará consigo mismo?
Señor, ayúdame;
no me dejes flaquear
porque te he escogido a Ti.
Te he escogido, Señor;
¡permítemelo hacer!.
¿Por qué no se preguntan
los que te rechazan
por qué no son felices?
Ya sé que existe la felicidad.
Yo he escuchado de Ti.
Tan poco te conozco apenas,
pero ya es suficiente para conocer
que existe la felicidad.
Señor,
mientras Tú permanezcas,
el hombre tiene cerca la felicidad.
¡Y sólo Tú permaneces!
Que terca y torpe obstinación
de aquellos que no quieren creer,
de aquellos que no quieren ver,
de aquellos que no quieren aceptar
Tu enorme majestad.