"Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra".

(Salomón Jedidías ben David, Qohelet 11:1, 2).

sábado, 18 de junio de 2011

HACIA UNA PSICOLOGÍA ESCATOLÓGICA



AFORISMOS Y REFLEXIONES
Tercer cuaderno:
 
HACIA UNA
PSICOLOGÍA
ESCATOLÓGICA


En las manos de la humanidad,
ante los pies del Señor.
 
Porque Tú eres Uno, Señor,
Y estás en todas partes,
las cosas todas se comunican
y entre sí participan.
 

PREFACIO DEL AUTOR

Al presentar al público este cuadernillo de aforismos, lo hago independientemente de toda ostentación de
algún título académico; lo presento simplemente como lo que soy, un hombre con alma y espíritu. Me parece que en el fondo eso es lo que todos somos, apenas hombres con alma y espíritu. Hablo, pues, desde la base de ser un simple ser humano.
Lo que quisiera “ostentar” es mi fe en Dios. Creo en Dios. Eso sí me parece importante. Después de
haber caminado un poco, aquí voy contento, junto a vosotros en el camino, dando gracias al Señor.
Me parece, si reduciéndonos a simples hombres, ¿no quedamos así más elevados que sustentando esas
parsimoniosas imágenes engañosas, mutiladas y falsas? Soy un hombre, no un especialista; un amigo, no
un fiscal; tengo mis opiniones y convicciones personales; no necesito por eso una etiqueta distintiva, pues
no espero que me besen el anillo, ni que se pongan firmes ante mí, ni que me adulen llamándome doctor,
reverendo, licenciado o mariscal. No lo soy, pero sí soy un hombre con alma y espíritu; vuestro hermano
soy, no anhelo menos; esa es mi terrible e irreverente ambición. Quiero vuestro amor, no vuestra
humillación; a vosotros mismos quiero, no vuestro dolor de mí.
Humillamos cuando no nos sentimos amados, y es porque llegamos a pedir ser adorados. Allí está el
problema: veneno de serpiente. ¿Será acaso saludable ese hostigante ordenamiento legalista? El amor, en
cambio, no tiene par para tratar de lo que se trata.
Reconozco a Jesús Cristo como Maestro, Salvador y Señor, el Hijo de Dios, y pienso que por causa de
nuestra enfermedad, el yugo está puesto sobre nuestra cerviz. Pero Jesús Cristo resucitó, y esa es para mí
la experiencia más vivificante. Así, pues, desde aquí hablo.

Gino Iafrancesco V.
Paraguay, 1979.
 
HACIA UN PSICOLOGÍA ESCATOLÓGICA

Un lugar para la fe dentro de la investigación.
Del planteamiento y la interpretación.
Vanagloria.
Los nuevos dioses.
Degeneración de la pregunta humana.
Del conocimiento religioso.
De la definición.
Del engaño al racionalismo.
De la mentira.
De la convicción.
Adolescencia.
Derrotero del existencialismo.
La nostalgia humanista.
La síntesis de complementos.
Historia y mito.
Historia, mito y psicología.
De la libido.
De la objetividad del sujeto.
Alma y Dios.
La espada del querubín 67
De la psique.
De la cópula de la psique.
Incipiencia y realización.
Los servicios de la energía de la vida.
Una función de la imago.
Recepción de la vida.
 
HACIA UNA PSICOLOGÍA ESCATOLÓGICA
1
Un lugar para la fe dentro de la investigación
 
Existe en las investigaciones del hombre una cierta mística preconcebida, cualquiera fuere la tendencia
del investigador; y es que el hombre no puede escaparse de la gran realidad que es él mismo como sujeto
en proceso de formación. A pesar de la honestidad, la perspectiva muchas veces depende de los escasos
elementos de juicio. Hagámosle justicia a la fe. El hombre necesita un poco más que la razón para conocer
la realidad; necesita de la revelación. He allí el lugar natural y normal de la fe, elemento imprescindible del
género humano. Aunque no se la use en la revelación, se la usará en la hipótesis, en la deducción, en la
interpretación. ¿Cómo puede un hombre suponerse científico si descarta ese abultado trozo de la realidad
llamado “fe”? ¡Cuán menos científico será si desconoce las evidencias de la revelación! Mientras más trate
de ignorarlas y más se apresure a descartarlas, más se condenará a sí mismo. Lo que sucede es que
seremos juzgados según lo que escogemos. En el fondo se trata de: Dios o Satanás. Para el que no crea en
el juicio, le diré que toda consecuencia es una realidad. No confíe en ilusiones, pues se hallará con su propia elección. El hombre normal posee el sentido de la fe para ser usado con toda naturalidad, igual que los demás sentidos. No se aparte de la saludable realidad; reconozca el lugar de la fe. Acuérdese de ese
nombre histórico: Jesús Cristo. No debería usted olvidarlo.
 
2
Del planteamiento y la interpretación
 
La investigación científica pretende describir la realidad circundante mediante el común denominador
estadístico, pero falla grandemente cuando se plantea la pregunta en forma prejuiciada y en términos
apriorísticos. De igual manera falla cuando interpreta los resultados impregnada de motivos preconcebidos, algunas veces inconscientes. El planteamiento y la interpretación son casi siempre meramente relativos.
 
3
Vanagloria
 
Ese vanagloriarse del hombre en su llamada ciencia, pues a la verdad no es ciencia sino tan sólo
experiencia, ese vanagloriarse es una fabricación natural humana que utilizan los hombres para llenar su
necesidad de seguridad, condición de la existencia. Es la fe natural del hombre que busca un lugar donde
reposar, y cuando se aparta de la confianza en Dios, entonces edifica en su experiencia, a la que llama
ciencia, edifica la imagen de un protector, pues se apartó del verdadero. Pretende el hombre en su llamada
ciencia hallar al protector que le dará seguridad. El delirio de su vanagloria es para combatir el temor de su
incertidumbre. Su fanatismo “científico” es también una prueba de su religiosidad, ahora mal encausada y
enmascarada. Sí, la llamada ciencia es la nueva máscara de la religiosidad humana que se pintarrajea la
cara para la fiesta de las nuevas circunstancias y para la guerra del destino. El fervor de la adoración del
hombre se vuelca entonces hacia su nuevo tótem. El hombre necesita postrarse en gratitud y reposo, que
son elementos de la seguridad; y al rechazar a Dios, se postra ante el cientificismo derramando su gratitud
ante los nuevos héroes. Ahora se siente “iluminado” por el “conocimiento”, y baila la danza del
“descubrimiento”. La dirección en la que busca dirigirse la fe es hacia la verdad. El sentido de la fe en la
estructura del hombre no le perdona, y entonces etiqueta el hombre con el santo nombre de “la verdad”, que es necesaria a la existencia, etiqueta con ese santo nombre a cada nuevo dios que le produce su
laboratorio. ¿Cuánto tardará en despertar de su nuevo mito y regresar al Padre original? Tardará el tiempo
que demore la honestidad en protestar. ¿Qué es la filosofía y el cientificismo modernos, sino los nuevos
nombres de los dioses paganos antiguos? Pero hay Un Sólo Dios, pero muchos ángeles y muchos demonios, la fuente de siempre, las voces ocultas tras la inspiración.
 
4
Los nuevos dioses
 
Mirad de los nuevos dioses de quienes esperan oráculos: Carbono 14 y Potasio-argón. A éstos preguntan
y en sus mentiras creen. No importa si la historia registra que el campo magnético ha variado desde el
Diluvio, y que una cubierta de aguas detenía la formación de radiocarburos; muchos factores afectan las
constantes. No es tanto el tiempo como quisieran, ni millones de años; pero los pueblos ávidos se abalanzansobre las migajas de componendas que sus nuevos sacerdotes de la llamada ciencia les presentan al salir del santuario nuevo del laboratorio. Y así rinden su fervor al inmanente azar. Depravación vil ha corrompido a la humanidad. Su religión cientificoide les robó lo más noble del significado de su ser. Su dignidad se convirtió en moléculas y besaron el caos hasta la conflagración. Miradlos allí; todos sus devotos se preparan para el holocausto.
 
5
Degeneración de la pregunta humana
 
El hombre se degeneró en su manera de preguntar. Lo hizo primero a Dios, pero de allí descendió a los
espíritus, a los que llamó dioses; entonces preguntó a sus antepasados. Fue así que se volcó a sí mismo
para preguntarse, y de sí se inclinó ahora a la materia para buscar de ella una respuesta para su espíritu.
 
6
Del conocimiento religioso
 
La filosofía trata con el sistema de abstracciones del mundo metafísico; la religión, en cambio, trata con el
ente metafísico mismo; contacta con él. He allí la superioridad del conocimiento religioso comparado al
conocimiento filosófico, en cuanto a lo metafísico. La ciencia así llamada, llega más bien a ser no-ciencia en
este respecto, pues a sí misma se limita en el uso de los sentidos receptores de la integridad humana. La
evidencia metafísica es conocida en el terreno de la religión.
 
7
De la definición
 
La definición de una cosa es su propia evidencia.
 
8
Del engaño al racionalismo
 
Al racionalismo lo engañó el sentimiento de autosuficiencia.
 
9
De la mentira
 
¿Qué es, pues, entonces la mentira? Es ese necio pensamiento ilógico de la existencia creada que se
pretende propia en sus pensamientos y sentimientos.
 
10
De la convicción
 
Diferentes elementos de juicio actúan en la formación de las convicciones. Y las circunstancias de ningún
hombre son plenas (aparte de Jesús Cristo). De allí que la única convicción digna de confianza es aquella
que proviene directamente como un don gratuito de revelación de parte de Dios; y eso es asunto de
exclusiva iniciativa divina, aunque también Dios quiso otorgar al hombre responsabilidad. Nos postraremos indefectiblemente ante el altar de Su soberanía. Nada podrá cambiar esa realidad. Tarde o temprano doblaremos nuestras rodillas con acatamiento. Nuestra existencia contingente solamente puede apoyarse y subsistir, aun a su pesar, en un Dios trascendente. Yo sé que éste es Yahveh revelado mediante Jesús Cristo, que ha venido como hombre verdadero.

11
Adolescencia
 
Esa petulante e imaginada independencia existencialista atea o agnóstica, diseminada en las diversas
fases de la cultura, no es más que la tristemente burda manifestación de la inmadurez del hombre; su
adolescencia.
 
12
Derrotero del existencialismo agnóstico o ateo
 
¿Cuál es el derrotero del existencialismo agnóstico o ateo? ¡Continuar la prole de la serpiente!
 
13
La nostalgia humanista
 
El humanismo es el disfraz de una nostalgia del Paraíso.
14
La síntesis de complementos
 
La supuesta ley de los contrarios u opuestos, dentro de la razón dialéctica, es una ilusión o engaño.
Dícese que al enfrentar a la tesis la antítesis, resultará la síntesis. Pero, ¿qué es en realidad la síntesis
misma? ¿No es acaso la demostración de que no había tal oposición o contrariedad? Pues la síntesis se
efectúa en virtud de la complementariedad; y lo complementario no es necesariamente opuesto o contrario.
La razón dialéctica resulta, pues, no el canal ni el motor de la síntesis, sino el obstáculo de inmadurez que
hay que remover para llegar al descubrimiento. La síntesis es el descubrimiento de los complementos, el
final de la ilusión. La ley de los opuestos es una ilusión. No merece llamarse por la categoría de opuesto o
contrario a lo que es meramente complementario o suplementario. Una es la categoría de los opuestos, otra la de los complementos. La síntesis ocurre dentro de la categoría de los complementos, y no dentro de la de los opuestos. La razón dialéctica adolece, pues, de inmadurez. Al penetrarse en el proceso dialéctico y sondear la pista del descubrimiento para la síntesis, la dialéctica resulta no ser tal, sino que se presenta más bien como mayéutica que como dialéctica; es decir, deja entre vista la ilusión de su apariencia. La mayéutica lleva a la síntesis por los complementos, poniendo en evidencia la unicidad de la estructura, que era real y permanecía latente durante la ignorancia en el período de la presíntesis. El período de la presíntesis no trabaja como una ley sino como una ilusión. El descubrimiento de lo complementario desvanece la ilusión de la ley de los opuestos. Lo que hace la síntesis es revelar la estructura subyacente.
 
15
Historia y mito
 
Muchos mitos son versiones deformadas de una verdadera historia que en alguna parte tiene su versión.
Resulta insensato despreciar con prejuicios el sentido del mito. Lo que debe más bien hacerse es escudriñar la genealogía del mito hasta su raíz, verificando en el camino la partida de sus desviaciones, y hallando el tronco original que nos llevará a lo que ya no es mito sino la realidad histórica. Una historia verdadera es la raíz de la cual se desprendieron los mitos. Esa historia se conserva fiel en algún lugar. Yo creo en el testimonio de las Sagradas Escrituras, la Biblia. El mito es la respuesta que se da un pueblo ante su condición. Tal condición tiene una historia real; por lo tanto el mito se desprendió de allí, aunque en el
camino se haya degenerado. En los mitos, no todo es tan sólo mito, como tampoco todo es ciencia en las
ciencias. Más bien diría yo que muchas teorías científicas son también mitos y cumplen el papel del mito
entre sus adeptos. La fe en la ciencia es la nueva mística de la mitología actual. La ciencia es el mito
moderno. Hay un poder auténtico que sobrevee el correr del hilo genuino de la historia plena del hombre; y hay también un poder engañoso que alimenta con intereses creados la desviación de la interpretación de
hecho real. Los hombres escogen poner su fe o confianza en uno u otro poder.
 
16
Historia, mito y psicología
 
Las similitudes de la historia verdadera con los mitos son obvias; han de parecerse si provienen de un
pasado común. El mismo mito confirma el detalle auténtico de la historia. El mito corresponde a la psicología de los pueblos, porque ésta corresponde a su historia. Esa historia se remonta hasta el primero tras sus huellas. Las huellas del primero son más historia que mito. Adam no puede faltar.
 
17
De la libido
 
No es la libido, de existencia contingente, la que produce al Creador,33 sino que es el Creador el que dio
curso a la libido. No son la mística y la metafísica un símbolo sublimado de la libido, sino más bien la libido
un reflejo y símbolo del acontecer metafísico; un reflejo, un símbolo y también un resultado. La
correspondencia debe interpretarse en sentido contrario al de sublimación.
 

 18
De la objetividad del sujeto
33Alusión a la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud y a la filosofía de Feuerbach.
76 Aforismos y Reflexiones
El testimonio del Espíritu Santo NO es algo meramente subjetivo, sino que se presenta al sujeto tan
objetivamente como se le presenta su propio sujeto y el universo mismo. Algunos subjetivistas negarán la
posibilidad de conocer al objeto; mas ¿de dónde el concepto de objeto? Quizá dirán que el objeto es una
abstracción del sujeto; pero digo, ¿no es acaso tal abstracción una inferencia hecha a partir de la evidencia
del objeto mismo? Es la evidencia del objeto la que despierta la representación abstracta inferida. El sujeto
mismo es un objeto cuando se presenta ante sí; tal es el caso de la introspección, por ejemplo. El Espíritu
Santo muchas veces contradice las tendencias naturales del sujeto y opera en un nivel evidentemente
sobrenatural.
La enajenación del raciocinio acontece precisamente cuando se divorcia el concepto de su existencia
objetiva, cualquiera fuere la naturaleza de ésta. El sujeto se traslada a un plano meramente abstracto donde
puede confundirse en el mero cónclave de las representaciones independizadas del objeto de donde fueron
inferidas, rompiendo así su comunicación con las evidencias mismas. Ese es el peligro de la filosofía sin
religión.
Los neofreudianos se deslizaron del campo psicológico al epistemológico, cerrándose a la evidencia
objetiva metafísica. Diluyeron para sí mismos el contenido real del testimonio de la revelación. La
consideración parcializada de solamente la parte subjetiva del mito, ha llevado a muchos estudiosos a una
interpretación errónea de la conducta humana. El mito, considerado meramente como transformación y
símbolo de la libido,34 divorcia al hombre de las realidades objetivas mismas que dispusieron la estructura de
la energía dinámica del alma. El mito y la libido se relacionan, pero la objetividad hace más plausible que el
mito contenga disfrazada la historia que explica a la libido, en vez de la libido explicar al mito
suficientemente. El objeto libido demanda una historia objetiva, y hela allí disfrazada de mitos que provienen
de hechos ajenos a la meras representaciones de la libido misma. La libido es contingente, y no se creó a sí
misma; tampoco existe evidencia científica de su evolución. Hablando crudamente, cuando mucho hallamos
hipótesis cada vez más improbables.
34De nuevo alusión a las teorías psicoanalíticas de Freud, Jung y los neofreudianos.
Hacia una psicología escatológica 77
La energía del «superyo» no es, pues, únicamente extraída del «ello»: El «superyo» tiene también su
historia independiente entretanto que la libido demande un estructurador y una fuente original onto y
filogénica. La innegable relación «ello-yo-superyo» no debe confundirse siempre con transformación
libidinal o sublimación. La libido no es toda la realidad que existe ni la única naturaleza en las cosas
evidentes que existen. El cuerpo no es el alma, y el alma no es Dios, aunque la estructura está plenamente
diseñada para que haya relación. No obstante, la naturaleza de cada uno conserva una característica
irreductible. El alma no puede ser reducida meramente al cuerpo aunque obviamente se relacionan. El
hombre es una unidad integral que disfruta de diversas naturalezas (biológica, psíquica y espiritual).
Tampoco Dios puede ser reducido a un mero producto del alma. La perspectiva es justamente lo contrario:
Dios explica al alma, y el alma explica al cuerpo; no al revés.
19
Alma y Dios
El alma es la vida. El alma humana es la vida psíquica humana. Toda vida proviene de Dios y le
pertenece a Dios. Toda vida debe vivirse para Dios. Se vive para que Dios se agrade en la vida vivida para
Él. Toda vida que no sirve para Él, peca y morirá; descubrirá su contingencia. Pero aquella vida que es
redimida, es decir, comprada para vivir de nuevo para Dios, Dios la preservará para sí. Todas las energías
de la vida fueron dadas por Dios para ser vividas delante de Él y para Él. Vivir para Dios es el deber de la
vida. Es este el propósito que le ha sido dado y que ella misma no sublima sino que descubre ya sublime
para ella. “El alma que pecare, esa morirá”.35 Pero Dios preservará para vida eterna al alma que viva para
Él. Por la obediencia a la verdad se purifica el alma. La verdad es la revelación de Dios. Jesús Cristo es la
verdad.
35Referencia a las palabras de Dios por el profeta Ezequiel 18:4,20.
78 Aforismos y Reflexiones
Dios quiere que seamos felices para Él; no solamente felices, sino felices para Él; y esa es la felicidad
eterna. El alma que no vive para Dios no puede ser verdaderamente feliz, porque la felicidad consiste en
vivir para Dios, porque Dios es la meta y el sustento de toda felicidad; y la felicidad es testimonio de Dios.
Debemos buscar ser felices en Dios y para Dios, y no sólo meramente felices. Tal es la gloria de la Deidad
que sólo puede producir felicidad en aquellos que viven para Él. El sentido eterno es Dios mismo como la
esencia de la felicidad. Y el sentido eterno no se halla en la vida en sí, sino en Dios, que es la meta y el
sustento de la vida. El Dios eterno le da sentido eterno a la vida que se vive para Él, haciéndola feliz para
Él, debido a Su carácter. El sentido eterno se satisface en Dios. Sólo Dios tiene tal gloria para satisfacer un
sentido eterno. Dios destruirá toda vida que no viva para Él. He allí la condenación del lago de fuego y
azufre, que es la muerte segunda.36
20
De la psique
36Alusión a Apocalipsis 20:12-15; 2:11.
Hacia una psicología escatológica 79
La psiquis no es independiente ni autosuficiente. Las necesidades del «ello» tienden un puente hacia
realidades ajenas a su misma existencia. Igualmente el «yo» se abre a la realidad de la relación sociable.
El «superyo» se apoya en la realidad de lo que representa. La interrelación «ello-yo-superyo» no puede ser
jamás un círculo dinámico aislado, ni la dinámica de su estructura, autosuficiente. A cada estadio
corresponde una realidad externa a sí mismo. El concepto de sublimación es insuficiente. Existe sí una
utilización de la energía psíquica puesta al servicio de la realidad externa; pero nunca tal realidad externa
será una mera transformación de la energía psíquica puesta a su servicio en la comunicación. La comunión
de la energía del sujeto con la energía del objeto complementario es la participación dentro de la realidad.
La satisfacción de las necesidades, ya sean instintivas, de autoconservación, placer, comunicación,
reproducción, morales y religiosas, etc., solamente se realiza válidamente con el real objeto complementario
de energía externa: comida, sexo, amistad, espíritus o Dios, etc. La mera representación de estas cosas
hecha con la energía del sujeto, no provee suficientemente para la necesidad real; necesidad que llega a ser
el lenguaje de la acomodación de la estructura humana a toda la realidad de su contexto.
El mito no es, pues, solamente un símbolo de la libido, sino una interpretación, errónea o no, de la
realidad exterior e interior dentro de cuyo contexto la libido misma es apenas un elemento más que también
necesita acomodarse; de ahí su analogía a todo el proceso de la marcha de la realidad. La historia real,
aparte de la libido, tiene su aporte abundante en la formación del mito. La libido participa del mito por
cuanto participa de la realidad. La correspondencia del mito con las necesidades de la libido se debe a la
correspondencia de la urgencia de participación libidinal con la realidad verídica que el mito representa o
interpreta, erróneamente o no. Si el mito interpreta con mucho error la realidad, el hombre no quedará
satisfecho. Los intentos científicos de interpretación también son mitos; buscan responder a la misma
indagación subyacente. La verdadera historia del testimonio sobrenatural, de donde el mito derivó
pervertido, afirmará la presente experiencia que satisfará la necesidad humana. Y la comunión con el Dios
verdadero encajará a plena satisfacción dentro del hombre, proveyéndole para su comunicación con la
realidad total y su intelección. La revelación divina colocará al hombre en armonía con la plenitud de todas
las cosas, pues Dios es la razón final real de todas las cosas a quien todo finalmente representa y en quien
todo se reúne, y a cuya manifestación tiende la integración de toda la realidad.
Queda hecha, pues, la realidad, el efecto de la evidencia del Ser Divino en quien todo subsiste y de quien
y para quien lo es todo. La salud es, pues, la conformidad al propósito eterno de la Deidad. La terapia es la
80 Aforismos y Reflexiones
revelación, la redención y la disciplina paternal de Dios. La historia es parte de todo esto. Solamente el
objeto preciso complementario satisface realmente cada necesidad. Diremos, pues, que el objeto
complementario final de plena satisfacción total es el Dios verdadero. La revelación, la redención
juntamente con la disciplina impuesta por Dios, corregirá los pasos de la humanidad hacia su pleno sentido.
He allí la razón de la historia. La energía del sujeto, como realidad, mitiga momentáneamente con la mera
representación de la realidad «Tú», al hambre de la ausencia, pero no satisface su real necesidad. La
realidad objeto complementario: sexo, comida, amor, Dios, debe estar presente con toda la evidencia de ser
para lograr la definitiva satisfacción. Soñar que se come, o probar apenas un pasabocas, no satisface.
Masturbación en lugar de cópula perfecta y matrimonial amorosa y dignificante, no satisface. Fría cortesía
en lugar de amistad sincera, no satisface. Aparentación religiosa en lugar de verdadera comunión con Dios,
no satisface. Sólo la evidencia misma del objeto complementario logra su propósito. Es por eso que la
historia corre de desilusión en desilusión aprendiendo a encontrar su objeto verdadero complementario, el
cual es Dios mismo; no era religiosidad, ni economía, ni mero bienestar material. La pugna entre oriente y
occidente durante la llamada guerra fría es un azote disciplinario para volvernos la mirada a la pureza de la
revelación traída por Jesús Cristo y confiada al cristianismo del tipo primitivo de Sus apóstoles.
21
De la cópula de la psique
La realidad suprema es el significado buscado y es la razón de la existencia. La realidad suprema no es
la suficiencia del «sí mismo», sino que se relaciona con el «de dónde», «cómo», «por qué» y «para qué»
vino. El «sí mismo» no es la respuesta suficiente, pues de otra manera no se formularía la pregunta, sino
que se bastaría a sí mismo; pero esto ha demostrado ser imposible. Una pregunta viva requiere una
respuesta vivificante. Es obvio que el derecho que la existencia tiene es relativo. El derecho absoluto
corresponde a Aquel que tiene Esencia Divina y que todo lo sustenta, el cual es Dios. La dinámica
existencial de la psiquis del alma requiere un sustento ajeno a sí. La puerta de la perturbación psíquica se
abre cuando se pretende un apoyo autoxistencial independiente cerrado en sí.
Eso fue lo que aconteció a los primeros padres de la humanidad en su caída en el Edén. La nostalgia es
esa insatisfacción por lo incompleto del reposo de la existencia creada sobre sí misma y no sobre Dios. La
energía psíquica existencial le ha sido prestada al hombre para que cumpla su servicio dentro de un
Hacia una psicología escatológica 81
contexto pleno que rebosa sus límites. Hay conflictos en el contexto circunstancial por alejamiento de Aquel
que tiene Esencia Divina y todo lo sustenta y todo lo reúne, Dios. El hombre se desarrolla con una nostalgia
acompañándole, pero la unión con Dios tras la revelación divina es ese derramamiento marital místico que
satisface de plenitud de ser a la existencia creada.
Existe, pues, una cópula legítima para la existencia creada, y es con Aquel que le dio a luz, con Dios.
Cópula fraudulenta es la que busca satisfacer al hombre sin Dios y sin su beneplácito, pues sólo Dios mismo
puede ser el realizador final. Tal es el caso del animismo, el espiritismo y la posesión demoníaca,
rompecabezas de la psiquiatría, mas pan comido del exorcismo cristiano.
La energía existencial de la persona consta de pensamiento, sentimiento y decisión; razón, emoción y
voluntad. Pero esto no es todo en los casos del hombre; es apenas el granito de arena en la playa, pues
además de esto, el hombre tiene espíritu. El espíritu es el radar metafísico.
22
Incipiencia y realización
No podemos identificar las más plenas experiencias de realización del hombre en Dios con la insipiencia
fetal sin desarrollo que no tiene conciencia de sí. La inconciencia en lo incipiente no puede contener al
conocimiento pleno derramado en la revelación. Pero el hombre sí está diseñado para recibir el impacto de
la comunión plena con Dios.
23
Los servicios de la energía de la vida
La energía de la vida está diseñada por su Autor para realizarse cumpliendo varios servicios indirectos
dentro de uno directo. Estos servicios están entrelazados entre sí como estructura dinámica. Esta energía
es, pues, la misma vida que vive para la vida. Es decir, la vida sirve a la vida, y cada nivel o calidad de vida
está diseñado para servir a una vida superior, hasta culminar el servicio de los eslabones de la vida en el
derroche supremo o ante el Autor de toda vida, el cual es Dios, el gran Yo Soy que posee vida eterna en sí
mismo. Es así que la vida botánica se sirve de los minerales, y sirve a su vez al reino animal; éste sirve al
82 Aforismos y Reflexiones
hombre y el hombre a Dios. Esto es lo natural, lo real. También vemos que la vida en su servicio es
comunión con la vida, pues el servicio es una comunicación en el derroche de la entrega. Llamamos
derroche al derramamiento por el derramamiento sin esperar recompensa.
El servicio de la vida no es necesariamente una evolución, ni conversión por sublimación, pero sí es
dignificada la vida sirviendo en su nivel estático. Quiere decir que el mineral no necesariamente se convierte
en vegetal, pero le sirve, y cuando le sirve se dignifica, hallando en su servicio la razón plena de su ser
como mineral, y allí culmina su servicio. El vegetal, aunque se sirve del mineral, no es un producto de éste,
sino que posee su naturaleza propia y como tal existe con un propósito propio, distinto al propósito para el
mineral. El vegetal halla el pleno sentido de su ser como tal, realizándose en el derroche de su entrega en
servicio de la vida animal. Pero el vegetal no evoluciona en animal aunque le sirve, sino que el animal
recibe el servicio desde una naturaleza que ya le es propia y distintiva de su nivel recibida genéticamente
conforme al diseño del Autor que le otorgó su estructura y función a cada género de vida. Es, pues, la
superioridad innata de la naturaleza superior la que se sirve de los dones de naturaleza inferior puestos a su
servicio. Aunque la autoridad también presta su servicio propio en relación a las naturalezas inferiores, no
son los dones inferiores los que diseñan al que sirven de nivel superior, pues no tienen propiedades ni
facultades diseñadoras en su naturaleza innata que puedan diseñar algo superior a sí mismos. Así también
el animal sirve al hombre, pero no lo hace. No tiene el animal nada en su naturaleza para diseñar un
hombre, pero le sirve porque fue el mismo así diseñado, para servir. El hombre también se descubre
diseñado para servir a la Deidad; y esto es lo normal y natural; es la historia de los pueblos. La energía de
la vida en el hombre está, pues, diseñada para servirse de la vida botánica y animal, también de la energía
mineral y física, pero a su vez él se siente naturalmente inclinado a adorar a un Ser Superior. La exquisitez
de este servicio, haciéndose cada vez mejor, es el sentido del hombre.
En todas las edades los hombres han hallado normalmente el sentido de su vida en el servicio a la
Deidad. Hallar el servicio más perfecto y agradable es el fin último del hombre. Es lo que debe buscar
encaminado al Dios verdadero. Todas las energías de la vida en el hombre tienen también un servicio al
hombre, que es servicio indirecto a Dios. Y el hombre, como eje de todas las energías de que se sirve, debe
enfocarlas en servicio directo de adoración y obediencia a Dios. Hay, pues, en la vida del hombre energías
que se realizan ejecutando funciones para el hombre como servicio indirecto a los propósitos de Dios. La
adoración integral es servicio directo en la convergencia de las energías humanas según la suma de su
Hacia una psicología escatológica 83
naturaleza propia. Así la energía de la vida en el hombre sirve a las funciones de supervivencia,
autodefensa, reproducción, etc., como servicio indirecto a Dios, realizando en el ser íntegro del hombre lo
que sea menester para que éste sintetice la plenitud de su vivencia en el servicio directo e íntegro a Dios y
Su propósito. Si el hombre vive, se sustenta, se conserva y se reproduce, es para disponerse en el proceso
sintetizador de las energías, a adorar y servir al Creador Supremo y derramarse a sí mismo en este servicio
supremo, que es su fin último. El hombre, pues, no debe comer y beber para sí, sino para Dios; defenderse
y guardarse para Dios; reproducirse para Dios y hacerlo todo delante de Dios y para Dios. Todas sus
energías se mueven dentro de una estructura dinámica diseñada para este fin. La enfermedad y la muerte
son, pues, la destrucción del servicio de la vida. Cuando la vida no sirve a la vida, muere; cuando sirve, se
dignifica y se perpetúa; se hace así digna del cuidado de los seres superiores; éstos también sirven en amor
a quienes les sirven, formándose así una cibernética de armonía total.
Al hablar de dignificación es entonces cuando encontramos esa función que al ser observada fue
interpretada como sublimación. Pero decimos aquí que cualquier clase de servicio de la energía de la vida
en el hombre, es ya sublime de por sí en su propia naturaleza y propósito. No se trata, pues, de la
conversión de una energía en otra, sino del servicio íntegro de la función homínida. La función homínida, es
decir, la función integral del hombre, que es simplemente ser hombre en el sentido pleno de su ser, para
Dios; para lo cual existe la revelación antropológica de parte de Dios. No se trata de una energía sublimada,
sino que cada función es propia en sí misma y no diseña nada, aunque sirve en relación con el todo de las
partes del hombre. Cada función sirve relacionada con las demás en su naturaleza propia. La síntesis de
las funciones no es resultado de sublimación, sino que es ya sublime de por sí en su diseño. El diseño
canaliza la síntesis en su servicio que le es propio. Las energías no se subliman haciendo por sí mismas una
síntesis, y la síntesis no inventa su propio propósito y servicio, sino que en forma natural, es decir, ya
sublime de por sí, la estructura integral del hombre fue diseñada para servir a su Autor. El Autor preparó el
diseño, y el diseño preparó el servicio, y el servicio utilizó la síntesis, y la síntesis confederó las energías; las
energías estuvieron puestas allí, ya listas para un plan preconcebido. No crearon, pues, las energías al
servicio como si se tratara de una sublimación, sino que la realidad externa de la necesidad del servicio
llamó a comparecer las energías ya sublimes, es decir, listas y naturales de por sí.
La desnaturalización es, pues, el principio de la muerte. Si el instinto es natural, lo es también la moral.
Ambos tienen su función propia y sublime de por sí. Aunque hoy por hoy, después de la caída del Edén, el
84 Aforismos y Reflexiones
misterio del pecado corroe la realización humana. Las energías entre sí acceden a ayudarse, comunicarse
unas a otras, servirse mutuamente y directamente entre sí, en el servicio, diríamos, indirecto a los propósitos
del Creador, del Autor del diseño. Diversas porciones de la energía de la vida, sublime de por sí, se
reparten en la estructura del hombre, sublime también de por sí, para llevar a cabo funciones sublimes de
por sí. En el uso de las energías, teniendo estas medidas, se reparten, transfieren, sublimes de por sí. La
energía transferida no se sublima diseñando el servicio, ni creando el objeto al que sirve, sino que por causa
de la realidad misma del objeto al que sirve, realiza una función de transferencia sublime de por sí.
Resumimos, pues, diciendo que el impulso primario del hombre es su propia hominidad integral.
24
Una función de la imago
La imaginación y la representación de las cosas en la imago tiene la función de preparar al individuo para
entrar en contacto con la realidad; dispone el campo de contacto. La imago no es la realidad misma, como
diría el idealista, pero la representa para despertar la reacción que se acomode a la realidad. Es esta una
función indispensable que tiende a asegurar la comunión. El contacto con la realidad misma irá
perfeccionando la representación en la imago. El concepto de idea, o de imagen, evidencia la diferenciación
que hace el sentido común entre la realidad y su mera representación. Por ejemplo, en la relación sexual se
prepara la circunstancia para el acto real por medio de sugerencias, memorias, pensamientos, inducciones
que penetran la imaginación; entonces la representación tiene la función de preparar al ser para la comunión
con la realidad. Siendo esta la función de la imago, preparar, enfocar, ajustar, ensayar, probar, se
desprende de esta declaración el hecho de que la representación es variable en la imago, sin que
necesariamente varíe la realidad misma. La imago madura o degenera. Si madura, el encuentro con la
realidad será satisfactorio; si degenera, no habrá contacto placentero. La realidad material y espiritual, el
cosmos visible y el invisible que trasciende nuestros sentidos hasta la imago, despierta la reacción a través
de ella, preparando el campo para el hecho real. Y así como mencionamos el ejemplo del sexo, igualmente
acontece con el sentido afectivo, si observamos el contenido de los ensueños durante el noviazgo, por
ejemplo.
Lo mismo ocurre en el caso del temor. La representación de la realidad, sin ser ella misma, prepara el
encuentro con la realidad. La imago es, pues, el anticipo reflejo de la realidad. Tal reflejo no siempre es fiel,
Hacia una psicología escatológica 85
pero puede ser corregido por el peso de la realidad evidente en el desarrollo normal. Asimismo el
sentimiento religioso llega a ser encaminado tras el encuentro con la revelación divina que enfrenta al ser
con la realidad sobrenatural. La imago, pues, tiene la función de preparar al ser para su comunión con la
realidad; es también, por otra parte, el amortiguador. Siendo esta una función de la imago, preparar, se
reconoce, pues, la gama o margen de enfoque y adaptación progresiva. La realidad presenta un testimonio
que engendra una representación en la imago con el fin de preparar nuestro encuentro con la fuente de ese
testimonio. La realidad física material y aun la biológica, también anuncia en forma tipológica la presencia
de la realidad metafísica y eterna, que a su vez revela sus propias evidencias en el terreno del conocimiento
y experiencias religiosos.
Tal testimonio forja en la imago la representación que prepara el encuentro con esa realidad suprema, la
cual es Dios. La vivencia de recibir el anuncio, despierta el interrogante; el interrogante prepara la
búsqueda; la búsqueda dispone el campo enfocando con la imago a la realidad, y la revelación declara la
realidad. La energía limitada del arquetipo en la imago, es apenas un canal de contacto, no un verdadero
sostén. La urgencia de la necesidad indaga hasta hallar la realidad misma detrás de su representación. Si
la realidad falta, la existencia sucumbe. La existencia comenzada como ser creado tiende a desarrollarse en
realización hacia el encuentro con la realidad suprema, donde hallará la razón de su ser, pues la existencia
fue llamada a la realidad y debe hallar la plenitud de su sentido. Ese es el impulso primario. Existió porque
fue llamada para algo. La energía del ser se encaminará hacia ese foco central. Por esa causa los hombres
se preguntan por la verdad y se entregan a la tarea del conocimiento y la experiencia por diversos caminos
distintos tan sólo en apariencia: la ciencia, la filosofía, la mística. Durante su recorrido, la imago de la
realidad suprema madurará encaminando la historia, preparando a través de la prueba de los valores, el
encuentro con la realidad más inefable, en el caso de que el enfoque halle resultado apropiado. El dolor y la
felicidad servirán de indicadores en las consecuencias, debido a la estructura unitaria del todo; serán el
lenguaje de aprobación o reprobación. La imago se proyecta a lo supremo preparando el descubrimiento de
lo absoluto. El glorioso retorno del Señor Jesús Cristo preñará con la realidad suprema la matriz de la
humanidad anhelante, dando a luz un reino eterno de inmortalidad y perfección. La representación
incompleta e imperfecta en la imago, muchas veces despierta reacciones prematuras e inmaduras; pero
todo esto tiene el sentido del aprendizaje. El aprendizaje vivencial es parte de la preparación; asimismo la
revelación que progresivamente ha culminado en la plenitud de Cristo.
86 Aforismos y Reflexiones
25
Recepción de la vida
La vida es la expresión en que va canalizada la dádiva que proviene de la Fuente Creadora. La vida no
es, pues, propia; es decir, no es su propia dueña. En la hora de la muerte se descubre que no podemos
retenerla como propia. Ella es el don de una Mano Creadora y solamente se sustenta de la energía
recibida. Su energía es, pues, recibida y no propia. El acto de recibir la vida su energía prestada, la
convierte en expresión. La vida es, pues, una expresión que anuncia una Fuente Creadora, motriz y
autoexistente: Dios. El ser la vida una expresión que anuncia, la convierte en canal de lo que anuncia. El
hombre es fundamentalmente un canal de Dios. El diseño de su estructura está dotado para canalizar
adecuadamente una expresión de Dios; es decir, para dar a través suyo impresiones de Dios. La intimidad
secreta, profunda y generalmente oculta, el espíritu, es la raíz vitalizada, la boca receptora del canal por
donde penetra ahora otra energía recibida, la del mismo Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios es la dádiva de
la Fuente Creadora que vivifica el canal humano del espíritu humano. La dádiva revela al Creador Dador; es
decir, es la substancia que Le expresa, y a Su voluntad, configurándose a su vez en el interior del hombre
que le canaliza conformando Su propia imagen.
El hombre está, pues, fundamentalmente diseñado para ser una imagen de la Fuente Creadora que se
participa a sí misma como dádiva, configurando la imagen de sí misma en aquello que crea como canal de
sí. La imagen de Dios en la intimidad secreta, en el espíritu humano, es, pues, el canal o vehículo por
donde se inyecta la energía del Espíritu Divino. La imagen de Dios es el canal del principio vital. La plenitud
de la energía divina y dádiva que se canaliza y cabalga sobre las energías prestadas humanas, forma la
perfecta imagen de Dios, puesto que no es tan sólo energía divina, sino también personalidad divina. En lo
metafísico, la imagen de Dios es el Hijo de Dios, que en la historia es Jesús Cristo, el Verbo encarnado.
Dios, pues, genera la energía, pero es mejor decir: exhala Su propio Espíritu personal y eterno, el cual
hinche de plenitud a la imagen que es Su canal, que ahora henchida de la plenitud recibida se conforma a la
imagen que es la expresión que comunica a manera de canal desde la intimidad secreta del espíritu
humano, a la mismísima Fuente generatriz de toda energía vital. La imagen está, pues, diseñada para
relacionar la Fuente con el resto de la estructura receptiva, de manera que ésta participe y exprese de la
dádiva que a su vez revela, y es el Creador y Dador.