INSTANCIAS 12
Tobatí, Paraguay, 1981
Tobatí, Paraguay, 1981
¡OH! QUE LOS HOMBRES SEPAN
Señor, mi Dios,
Tú eres mi meta,
mi principio y mi fin,
siempre mi fortaleza,
y en mi debilidad
me sustentas con fuerza.
Oh, que los hombres sepan
que Tú has sido mi Ayudador;
que cuando resbalaba
me sostuviste Tú;
y aún cuando pecaba,
con paciencia soportaste,
para luego acercarte
y hacerme volver.
¡Quién como Tú, Señor!
que soportas al flaco,
que comprendes al débil,
que perdonas al malo,
que sostienes al que no puede,
que llenas al vacío
de júbilo inmortal.
Por Ti aman los hombres,
por Tu soplo respiran,
por Tu amor significan,
por Tu Luz pueden ver.
Si acaso pudiesen
los hombres comprender
que Tú eres su todo,
que sin Ti no hay poder.
Señor, ¿qué diré?
¡que Tú me has sostenido!
Y para que en mi camino
Tu amor se vea también,
contaré mis vergüenzas
y mi debilidad,
y que los hombres sepan
cual mi fragilidad,
y que entonces comprendan
que si algún paso di,
no lo hice nunca solo;
lo diste Tú por mi.
Cuando mi mente nublábase
sin entender por qué,
Dios mismo fue el reposo
que me dio lucidez;
de igual manera, días
cuando mi peso era tal
que ni conmigo mismo
podía yo cargar,
Él me llevó en Sus hombros
como pesada cruz,
y me afirmó en el Monte
donde encontré Su Luz.
También cuando sentía
nervios estremecer,
del fondo de Su templo
me vino a socorrer.
Las más grandes tormentas
en Él pude vencer;
Él, todas mis angustias,
quiso desvanecer.
Venid a Él, oh hombres,
¿por qué morir allí?
si a millones Él salva,
también lo hará por ti.
Señor, yo te agradezco
por Ti, Señor, por Ti;
no hay nada comparable,
Señor, mi Dios, a Ti.
¿En qué pierden los hombres
su búsqueda y andar?
pues sólo Tú eres todo
lo que se ha de anhelar.
En Ti se encuentra plena
la respuesta eternal.
Señor, en Ti encontramos
lo que se ha de buscar.